martes, 2 de diciembre de 2014

La escritura a mano en peligro

escribir. Leo esta mañana en la prensa con cierto desasosiego, que en Finlandia se están planteando eliminar la caligrafía de las escuelas por considerarla una disciplina obsoleta en los tiempos actuales. A cambio piensan dedicar más tiempo al uso del teclado y a la letra de palo por entender que está más acorde con los usos habituales hoy en día. Aunque pienso que no soy nada sospechoso de padecer tecnofobia, creo sinceramente que esta decisión es muy desacertada. La caligrafía y la escritura manual de texto enlazado es una disciplina cuyos beneficios van mucho más allá que su mera utilidad práctica. En numerosas ocasiones se ha comprobado que la escritura a mano supone un magnífico ejercicio para el desarrollo cerebral ya que unimos la práctica de la psicomotricidad fina con el desarrollo del pensamiento simbólico. Es un ejercicio que estimula por igual los dos hemisferios del cerebro. Escribir no deja de ser una extensión de una actividad tan saludable como el dibujo. Ese hecho de sacar la línea a pasear -como,acertadamente, decía Paul Klee- para acabar plasmando un contenido semántico que podremos interpretar mediante la lectura nos sumerge en un proceso de abstracción y desarrollo neurológico que difícilmente se puede conseguir aporreando un teclado. A todo esto hay que añadir el aspecto personal vinculado a la escritura de cada individuo y que tan bien conocen los grafólogos. Nuestra escritura refleja grandes rasgos de nuestro carácter y no es casualidad que escribir nuestras experiencias, inquietudes, preocupaciones y anhelos sobre un cuaderno tenga efectos terapéuticos sobre el ánimo de muchas personas. Precisamente porqué la escritura manual caligráfica ya no es imprescindible para comunicarnos, es cuando se debería aprovechar para incidir e insistir en todas esas otras ventajas colaterales que aporta esta técnica. Saber utilizar un teclado es importante, por ahora, pero puede enseñarse de forma paralela como de hecho se está haciendo actualmente. No obstante hemos de tener en cuenta que es muy probable que en los próximos años o décadas también el teclado sea sustituido por cualquier otro sistema que ni siquiera precise de la utilización de las manos, que baste la voz o la mirada para escribir. No quiero ni pensar en la atrofia que podría ocurrir entonces. Queramos o no, las manos forman parte de nuestro sistema de pensamiento (casi todos hablamos con las manos, fijaos si no, como todos movemos las manos y gesticulamos con ellas a la hora de conversar) y reducir el rico alfabeto de arabescos de la escritura de letra ligada al movimiento martilleante de teclear o al rectilíneo de la letra de palo me parece aberrante (aparte de ser más proclive a producir lesiones de muñeca). Otro de los riesgos que entraña la renuncia a la caligrafía, es que las generaciones que crezcan leyendo únicamente fuentes tipográficas artificiales, lleguen al punto de no entender la escritura manual, de que cualquier letra les parezca letra de médico y que lo manuscritos, incluidos las cartas de sus abuelos, se conviertan en  jeroglíficos intraducibles. Aunque ahora esta posibilidad nos parezca trasnochada no creo que lo sea tanto si se destierra la caligrafía. No hay que negar, sin embargo, que todos tenemos nuestra parte de responsabilidad en esta tendencia. ¿Cuándo fue la última vez que escribiste varios líneas seguidas a mano? Como anécdota contaré que el otro día me sorprendió ver en un restaurante como un cliente, a la hora de pedir la cuenta, en lugar de realizar el típico gesto de estar escribiendo en el aire, utilizó las manos para imitar estar pulsando el teclado, refiriendose claramente al acto de introducir la clave secreta de la tarjeta de crédito en el datáfono.
Imagen via: Erin Kohlenberg

domingo, 19 de octubre de 2014

Arquitectura de la calma




Hace poco he acabado de leer el libro de mi querido amigo Vincenç Alujas Arquitectura de la calma. En su primer libro, Meditación inmediata, Vicenç ya nos ofrecía un útil y conciso manual para la realización de micromeditaciones. A él le encanta este tipo de meditación y lo cierto es que doy fe de su utilidad en el día a día frenético al que nos enfrentamos la mayoría en la sociedad actual.
En este nuevo título, Arquitectura de la calma, junto a Guillem Simó, Vicenç plantea un propuesta muy sencilla: El estado natural de ser humano es la calma. Lo que nos produce malestar es lo que los autores llaman "Mente de mono" como  metáfora de ese movimiento frenético y sin sentido de la mente que con su parloteo interno, nos lleva de un lugar para otro sin orden ni criterio con sus pensamientos nocivos que nos provocan ansiedad y sufrimiento.

Es por ello que lo que el libro plantea son unos sencillos consejos que contribuyan a edificar la calma de nuevo en nosotros partiendo de sus cimientos, elevando su estructura y dando los acabados finales como si de un edificio se tratase. Los capítulos vienen acompañados de prácticas en forma de relajaciones, meditaciones y pequeños consejos prácticos que nos ayudarán a conocernos mejor y a saber que parte de nuestra esencia profunda y de nuestra personalidad debemos reforzar para gozar de ese inmenso tesoro que es la calma.
Altamente recomendable.

Existe la versión en catalán y la versión en castellano

jueves, 18 de septiembre de 2014

La fuente de energía vital



Aparte de la energía que mueve nuestro cuerpo basada en grasas, proteinas, hidratos de carbono y aminoacidos y que obtenemos principalmente a través de la alimentación, existe otro tipo de energía más sutil que es la que se encarga de hacer que nos sintamos bien con nosotros mismos y con el mundo. A falta de un término mejor, llamaré a esta energía "energía vital". Esta energía es la que nos empuja a amar la vida, la que nos motiva a realizar las actividades diarias con ilusión, la que mantiene nuestra mente serena, lejos de la ansiedad y en definitiva la que nos causa bienestar.

La representación de esta energía en el mundo físico serían las sinapsis que se producen en nuestro cerebro a través de los distintos neurotransmisores y que acaban formando unas ondas cerebrales que mantienen nuestro ánimo en un estado determinado de sosiego.

Cuando tenemos mucha energía vital nos sentimos alegres, satisfechos, vitales sin embargo cuando nuestra energía vital está en mínimos nos sentimos tristes, apáticos, irritables o alicaídos. Cuando la energía vital está realmente baja se pueden llegar a generar trastornos serios de ansiedad y depresión que en sus casos más severos pueden llegar a acelerar o provocar la muerte física.

El combustible de esta energía vital es la ilusión y la serenidad. Por otra parte la ansiedad y el stress son los depredadores más habituales de este tipo de energía. La percepción de lo que ocurre a nuestro alrededor puede provocarnos  ilusión, disfrute o por el contrario puede provocarnos ansiedad y stress con la consiguiente disminución en nuestro nivel de energía vital. Es por eso por lo que tras un largo día de trabajo agotador o tras una disputa o un conflicto con alguien nos sentimos tan escasos de energía. El descanso puede reponer parte de la energía vital pero si nuestros niveles son bastante bajos no será suficiente.

Generalmente cuando nos sentimos sin energía vital tendemos de forma inconsciente a buscar de forma desesperada una fuente de este preciado bien que nos reponga los niveles mínimos aceptables y lo hacemos con la misma intensidad con la que buscamos un trago de agua cuando estamos sedientos. Y es aquí donde empiezan los problemas ya que lo más habitual es acudir a la fuente de energía vital que tenemos más a mano que son las otras personas. Se produce entonces un proceso de vampirización que consiste en absorber la vitalidad del prójimo bajando sus niveles para aumentar los nuestros. En las formas más suaves de esta vampirización buscamos las caricias, las palabras de aliento o la compañía de seres queridos o afines y en su formas más duras este proceso toma la forma del acoso, la queja, la vicitmización o la agresividad contra otro. Ni que decir tiene que la vampirización de energía vital supone dejar a la otra persona más debilitada y en los casos donde la transferencia es intensa los resultados pueden ser devastadores para la persona vampirizada.

Seguro que muchos de nosotros hemos conocido al típico individuo cuya mera presencia causa desasosiego y que a la mínima interacción con él nos sentimos ansiosos, agotados e irritables. Este tipo de personas es lo que se conoce como "vampiros psíquicos". Suelen ser sujetos conflictivos o bien todo lo contrario, personas muy seductoras. El caso es que dichos individuos han desarrollado una especial habilidad para absorber la energía ajena mediante manipulaciones psicológicas de diversa índole que pueden ser más o menos refinadas dependiendo de si el "vampiro" como tal es alguien perverso o simplemente estúpido.

Por el contrario también nos habrá ocurrido que nos encontramos con individuos rebosantes de vitalidad y/o de serenidad cuyo contacto nos relaja, tranquiliza y alegra. Son las típicas personas que desprenden "buenas vibraciones". Normalmente sucede que estas personas tienen energía vital de sobras pues, de forma más o menos consciente, están conectadas con la fuente de energía original.

Y es aquí al punto donde quería llegar, pues si bien la mayoría de nosotros tendemos a "vampirizar" la energía vital de otros para mantener la nuestra, lo cierto es que es posible mantener e incluso aumentar nuestros niveles de vitalidad por nosotros mismos sin necesidad de nadie más. Lo único que necesitamos es acceder a la fuente de energía vital.

Esta fuente es la misma para todos, es la fuente original que "nos cargó la batería" en el momento mismo de nuestra concepción. Es inagotable y es accesible desde cualquier momento del presente. Se accede a ella desde nuestro interior. No es que cada uno tengamos en el interior una "pila de fusion" o algo así, es que nuestro interior es la puerta de acceso a esa otra dimensión incognoscible que nos conecta con esa fuente vital esencial. En realidad el acceso es directo, no hace falta ningún conector especial, lo que pasa es que conforme vamos creciendo desarrollamos filtros, barreras y emisores de ruido en nuestra mente que emboza totalmente el conducto de acceso hasta llegar a taponarlo completamente en la edad adulta.

La vía para acceder a ella de nuevo es la calma y el silencio. Las personas que están especialmente dotadas para ello (son una minoría) tienden a llegar a ese estado de forma natural. Para el resto la vía de re-conexión es algo más difícil pero con perseverancia y la correspondiente práctica, es posible volver a re-establecer dicho vínculo. La meditación y el dominio de la respiración son una buena técnica para acceder a ese estado. En la mayoría de los casos rodearse de un entorno natural o un espacio acogedor y silencioso ayuda bastante. Cuando consigues conectarte con esa fuente es maravilloso porque ya no necesitas absolutamente nada más para encontrarte bien contigo mismo. Puedes rodearte de personas pero para compartir la vida con ellas, sin apegos ni dependencias de ningún tipo.

En mi caso particular he podido acceder a esa zona algunas veces (pocas) y cuando lo consigues la sensación de gozo y éxtasis es indescriptible. Cuándo consigues conectarte con la fuente de energía esencial desaparece el stress, el tiempo parece pararse y te sentirías capaz de emprender cualquier empresa. Las personas que llevan años trabajando con su mente y entrenándola a fondo a través de diferentes técnicas llegan a despejar totalmente el vínculo con la fuente y están permanentemente conectados a la vida. Este tipo de personas suelen desprender una serenidad radiante que se contagia a los que tienen alrededor, pueden pasar largas horas realizando sus actividades sin acusar apenas cansancio psicológico y suelen ser inmunes a las malas pasadas del ego, no les afectan las críticas y rara vez son presas de la ira o la frustación.

Si quieres mejorar tu calidad de vida y llegar a sentir el gozo auténtico de estar vivo es buena idea que te plantees la posibilidad de empezar a entrenar tu mente para abrir tu conexión con esa fuente de energía primordial de la que todos procedemos.

Imagen: Creative Commons Jebeld17 https://www.flickr.com/photos/64718148@N06/

viernes, 29 de agosto de 2014

La burbuja de la realidad


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Ya lo hemos dicho muchas veces, pero pienso que es importante volver a insistir en ello: La realidad existe, pero es tan vasta y compleja que nosotros apenas somos capaces de captar una fracción infinitesimal de ella.
Todos los descubrimientos que se van haciendo en las diferentes disciplinas del saber humano contribuyen a confirmar esta teoría. Si la realidad no es infinita, el número de elementos que la componen tienden claramente a infinito y mientras más cosas sabemos acerca de lo que nos rodea y de nosotros mismos más honda parece la distancia entre lo que creemos conocer y lo que realmente existe.

Lo que nosotros llamamos "realidad" no es más que una burbujita que hemos ido construyendo alrededor nuestro con nuestros limitados recursos y luego hemos creído que "eso" era realmente el mundo que nos rodeaba.
Haciendo una comparación un poco grosera, es como si fuéramos insectos en medio del desierto del Sahara que creáramos una coraza con los granitos de arena que encontramos a nuestro alrededor y luego pensáramos que esos granitos son el mundo. Los insectos que viven en las cercanías se harían una coraza semejante a la nuestra -pues los granos de arena que tienen a su alrededor son similares a los nuestros- y luego, cada uno, afirmaríamos que el mundo es nuestra coraza propia. Si alguno de ellos, hablando de su propia coraza, afirmara algo que no coincidiera con la nuestra pensaríamos que está equivocado. Si por alguna circunstancia, viniera a visitarnos un insecto de una zona lejana con una coraza hecha con granitos algo diferentes a los nuestros, entre todos nos pondríamos de acuerdo para dictaminar que ese nuevo insecto no tiene ni idea de lo que es el mundo. Mientras tanto, la verdad sería que ninguno de nosotros tendría idea de que el mundo en realidad es el vasto desierto que se extiende alrededor.

Conocer la realidad al completo es una utopía, es imposible, simplemente no disponemos de los medios necesarios para poder aprehenderla por mucho que lo deseemos.
De hecho, como afirman numeroso neurólogos y psicoterapeutas de la talla de Rodolfo Llinas, Vilayanur S. Ramachadran o Claudio Naranjo, una de las funciones de nuestro cerebro es filtrar la, ya de por sí, sesgada información que nos proporcionan nuestros sentidos en base a estímulos exteriores. Si esta información no estuviera tamizada nos fulminaría el sistema nervioso en un instante. De hecho una de las principales problemáticas de patologías como el autismo es que los afectados tienen serios problemas para filtrar esa información y de ahí que la estrategia de supervivencia sea encerrarse en uno mismo. La información que recibimos es sólo una cantidad ínfima de la que llega a nosotros, el cerebro solamente deja pasar aquella que somos capaces de procesar. Los experimentos que se han realizado con drogas enteogénicas parecen mostrar que uno de sus efectos es una "relajación" de esos sistemas de filtrado que tiene como consecuencia el paso de nueva información que el cerebro interpreta como alucinaciones, sinestesias o incluso revelaciones.

Pero el hecho de admitir que únicamente somos capaces de captar una parte ínfima de la realidad tampoco tiene porque suponer un drama, basta con que seamos capaces de construirnos un modelo de realidad, es decir una "burbuja" lo suficientemente sólida como para que podamos vivir plácidamente en ella y los suficientemente flexible para poder ir ampliando su tamaño para que cada vez englobe un área mayor de la realidad infinita que nos rodea.

La mente es la que crea esta burbuja. Es por tanto desde de este contexto desde donde debemos interpretar la afirmación "Nuestra mente crea el mundo", no es que el mundo sea un sueño ni nada de eso, sino que a partir de la realidad exterior nuestro cerebro fabrica esa versión particular que sentimos como verdadera pero que no es más que nuestra versión. La interacción con los demás nos permite captar un reflejo de sus respectivas burbujas, pero no son más que eso, reflejos. Incluso de las personas que creemos conocer más en profundidad no tenemos mas que una idea muy vaga, y aún esa idea está más influida por nuestra visión que por las características reales de esa persona; de ahí nace la conocida expresión "No te veo como eres sino como soy".

Las herramientas que tenemos para que nuestra mente pueda ampliar el tamaño de esta burbuja y darle forma son las que han puesto a nuestra disposición las distintas ramas de saber humano como la ciencia, el arte, la filosofía, la religión o el misticismo, en definitiva los elementos que configuran nuestra cultura.  No obstante son herramientas delicadas que hay que manejar con sumo cuidado ya que la cultura también es la responsable de la alucinación colectiva en la que vivimos y que llamamos sociedad.

Nos han educado, desde el mismo día de nuestro nacimiento, para que asumamos como verdaderos e incuestionables unos valores sociales generalmente relacionados con la cultura en la que nos ha tocado vivir (nuestros granitos de arena), pero lo cierto es que dentro de esos valores culturales hay muchos elementos que son cuestionables, de hecho nuestra cultura occidental actual promueve unos valores que en muchas ocasiones podrían calificarse de neuróticos.

El sesgo que supone la natural tendencia egocéntrica del individuo humano tiende a hacernos pensar que las cosas no son tan relativas y que hay una serie de valores universales que no cambian y mantienen a las sociedades estables. No niego que dichos valores universales existan, pero estoy convencido de que son muchos menos de lo que pensamos. Simplemente haced el siguiente experimento mental; ante las preguntas "¿Dios existe?" y "¿La tierra es plana?" en nuestra sociedad actual lo que esperaríamos sería no obtener un consenso claro en la primera pregunta y un rotundo NO en la segunda. De quien afirmara a pies juntillas que la tierra es plana pensaríamos que está loco (a pesar de que hay colectivos que aún lo piensan). Ahora imaginad que viajamos 1000 años en el pasado y realizamos las mismas preguntas, muy probablemente el consenso afirmativo en el primer caso sería mucho más intenso y la respuesta a la segunda pregunta no sería tan clara. Pero lo bueno del asunto es que en ambos casos los entrevistados tendrían la absoluta e inequívoca seguridad de estar en lo cierto.

La conclusión es que, cada uno dentro de sus capacidades, hemos de ser lo suficientemente valientes como para cuestionar TODO lo que nos han enseñado, y cuando digo TODO es TODO. Eliminar el miedo a re-evaluar tantas cuestiones como nos apetezca y ser curiosos para contrastar la información que nos llega. A juzgar por los comportamientos que podemos ver en las redes sociales no parece que esta tendencia sea ahora mismo la mayoritaria, pero no pierdo la esperanza de que cada vez mayor número de seres humanos decidan coger las riendas de su propia existencia y empiecen, por fin, a admitir que el mundo lo construimos cada uno con nuestra mente y que por lo tanto el primer paso para cambiar este mundo es transformarnos a nosotros mismos. De ahí que el autoconocimiento sea una herramienta tan valiosa, pero ese es un tema que dejaremos para otro post.

Imagen: CC Antonio Lirio

miércoles, 27 de agosto de 2014

Soy tonto, muy tonto y estúpido

Soy tonto, muy tonto, lo que se llama tonto del culo. Y lo peor es que también soy profundamente estúpido. No estoy orgulloso de ello para nada, de hecho me dolió bastante descubrirlo. Al fin y al cabo a nadie le gusta reconocer que es estúpido ¿no es cierto?
Como digo no estoy orgulloso, pero tampoco veo que tenga que ocultarlo habida cuenta que la gran mayoría de la población también lo es. Además estoy absolutamente convencido de que el hecho de reconocerlo abiertamente es un primer paso para dejar de serlo.
Ser tonto no es algo necesariamente malo de per se, no todo el mundo tiene porqué ser inteligente. Se puede llevar una vida normal siendo tonto, de hecho la mayoría de la gente es lo que hace cada día. Ser estúpido sin embargo es algo peligroso y no debería ser deseable para nadie ni nadie debería jactarse de esa cualidad una vez ha sido descubierta en uno mismo.
Para entender mejor que es la estupidez y como se comporta en oposición a otros conceptos como la inteligencia, os recomiendo un libro que debería ser de lectura obligatoria en el bachillerato. Se trata de “Allegro ma non tropo” del italiano Carlo CipollaConcretamente os recomiendo el apartado que habla de la estupidez. Voy a tratar de sintetizar lo más concisamente posible el mensaje general del ensayo, ya que probablemente la gran parte de los que leáis esto seáis aún más tontos que yo (aunque sólo sea por el hecho de no haberlo reconocido todavía).
Cipolla divide los individuos en...
  • Inteligente: Es aquel cuyas acciones y comportamiento procura su bien y el de los demás
  • Malvado: Es aquel cuyas acciones y comportamiento procura su bien y provoca el mal de los demás
  • Cándido: Es aquel cuyas acciones y comportamiento procura su mal y el bien de los demás
  • Estúpido: Es aquel cuyas acciones y comportamiento procura su mal y el de los demás (a lo que yo añadiría...”la mayoría de ocasiones sin ser siquiera consciente de ello”)

El ensayo completa este enunciado general con algunas conclusiones secundarias, cómo que, a lo largo de la historia de la humanidad, en las diferentes sociedades que han formado las distintas civilizaciones, se han producido variaciones en el número de individuos inteligentes, malvados y cándidos que las formaban, sin embargo el porcentaje de estúpidos se ha mantenido siempre sorprendentemente estable en porcentajes muy elevados. Otra conclusión es que, dado cualquier grupo de individuos, independientemente de su número 10 o 10.000, da igual, siempre tendemos a subestimar la proporción de estúpidos que hay en él.
Por supuesto que no hay estúpidos absolutos como no hay malvados absolutos o inteligentes perfectos. Durante nuestra vida, y aún durante nuestra jornada, vamos adoptando constantemente comportamientos inteligentes, malvados cándidos y estúpidos dependiendo del momento y las circunstancias. En realidad estas etiquetas se corresponden más con comportamientos que con personalidades. De esta forma podríamos llegar a calificar de inteligente a la persona que mayoritariamente adopta comportamientos inteligentes y estúpida a la persona que mayormente adopta comportamientos estúpidos.
Y aquí es donde cada uno debe hacer examen de conciencia. Analiza con honestidad tus reacciones al cabo del día, recuerda lo que has hecho a lo largo de la jornada e intenta etiquetar tus diferentes acciones como inteligentes, malvadas, cándidas o estúpidas según el criterio antes descrito. De esta forma descubrirás cual es tu tendencia.
Yo lo hice, y penosamente descubrí que me podía inscribir de forma amplia y desahogada en el grupo de los estúpidos. Los frutos de muchas de mis acciones perjudicaban a otros y no me beneficiaban a mí e incluso a veces me perjudicaban también. Ciertamente no se trataba de grandes afrentas ni de ofensas imperdonables, más bien podríamos hablar de pequeñas molestias, descortesías o reacciones poco amables. Pero eso no cambia el núcleo de la cuestión que es que habitualmente me comporto de forma estúpida, y el hecho de que mis estupideces no sean superlativas (aunque a veces sí lo son) lo único que indica es que aparte de estúpido, soy mediocre y gris. Y además muchas de las estupideces que cometo no son por razones justificables sino simplemente por tonto, es decir, por no tener las suficientes luces para saber que no te estás comportando adecuadamente.
Cabe decir que desde que lo descubrí, una de mis obsesiones diarias es intentar mejorar cada día como persona para ser cada día un poco menos estúpido, hasta que llegue la gloriosa fecha en que se pueda declarar de forma inequívoca que soy un individuo inteligente. No es una tarea fácil, pues no hay unas instrucciones claras que te indiquen de forma prístina como convertirte en la mejor versión posible de ti mismo. Pero por suerte he ido encontrando mucha gente que me está ayudando y debo reconocer que el proceso de mejora personal es muy grato. No es un proceso lineal, hay muchos pasos hacia atrás y hay mucho de “prueba y error”, pero  aprendes un montón de cosas que te hacen sentirte mejor y ser más feliz. Además hoy puedo afirmar con la cabeza bien alta que soy algo menos estúpido de lo que fuí ayer. Os lo recomiendo.
En un próximo post quizá explique cuales son mis trucos para reducir la estupidez pero ahora me gustaría mostrar un listado más específico de pistas que os pueden ayudar a auto-diagnosticar mejor vuestro propio nivel de estupidez. Está especialmente diseñado para personas que suelen usar los mass media y/o las redes sociales. Huelga decir que dichas pistas han sido elaboradas basadas únicamente en mi propia experiencia y que no merecen más crédito que el que vosotros/as mismos/as decidáis otorgarles...aunque si has sido tan estúpido/a como para leer hasta aquí, quizá merezca la pena que les eches un vistazo.
Esto funciona así; el hecho de que cumplas una de estas afirmaciones no quiere decir que seas necesariamente estúpido/a, pero si que suman más probabilidades de que lo seas en determinado porcentaje. Por cada afirmación que encaje contigo suma el porcentaje que te propone la pista, al final obtendrás el porcentaje de probabilidad de que, efectivamente, seas estúpido.
 
  • ¿Has añadido comentarios con insultos y reacciones viscerales en diarios digitales, foros, blogs etc..? añade un 5%, si lo haces  frecuentemente añade un 10% más.
  • ¿Te sientes ofendido/a cuando oyes a algún periodista  o tertuliano afirmar cosas que están en contra de tu ideología o principios hasta el punto de empezar a insultarlo en público o en privado?, entonces suma un 5% más. ¿Te has ofendido a pesar de estar plenamente convencido/a de que lo que decía eran barbaridades sin sentido? entonces añade un 10% adicional.
  • ¿Eres de los/las que arruinas una conversación acerca de algún tema interesante y profundo soltando alguna gracia? suma un 5% más.
  • ¿Te has sentido ofendido/a en algún momento leyendo este texto y/o has pensado algo similar a “¿pero que se ha creído este imbecil?, el tonto lo será él, pero que no nos incluya a los demás”?, súma otro 10%.
  • ¿Alguna vez te has largado de algún sitio dejándolo todo hecho un asco y has pensado algo como “que se jodan” o equivalente al acordarte de los que vengan detrás?, añade otro 10%
  • ¿Has recibido la típica noticia polémica y/o escandalosa (ya sabes, políticos que reciben grande sobornos, fabricantes que cuelan ingredientes cancerígenos, virus letales que amenazan con borrar discos duros etc..) por internet y, sin contrastarla ni verificar si es cierta la has dado por buena y te has puesto a rugir indignado/a?, entonces añade un 5% más. Si además has empezado a enviarla a otros amigos sin filtrar la noticia antes, añade otro 5%. Si lo has hecho indiscriminadamente a toda tu libreta de direcciones y/o a todos tus contactos de redes sociales suma otro 10%. Si la noticia era la típica cadena de que “Facebook va a dejar de ser gratis si no envias esto” o similar suma un 20% más. Si la cadena era la típica barbaridad trasnochada y a pesar de eso la has re-enviado “por si acaso” no hace falta que sigas haciendo el test, eres estupido/a con absoluta seguridad, bienvenido al club!!
  • ¿En tu fuero interno te has creído alguna vez más listo/a que la media? suma otro 5%. ¿Te lo has creído y encima lo has afirmado públicamente? un 5% más
  • ¿Te crees más tonto/a o estupido/a que la media? suma otro 5% más
  • ¿Interrupes a tus contertulios en una conversación para afirmar algo de lo que no estás seguro/a y encima al final acabas con un “enfín..no se” suma un 5% más
  • ¿Te mantienes callado/a en una conversación por vergüenza o timidez a pesar de estar seguro/a de que tu aportación iba a ser de interés y utilidad para el resto? un 5% más
  • ¿Cuándo descubres que has metido la pata buscas desesperadamente como justificarte? otro 5%, ¿lo reconoces y te auto-fustigas hasta sentirte fatal contigo mismo/a? otro 5% más
  • ¿Tiendes a pensar que los que no opinan como tú son idiotas con total seguridad? súmate otro 10%
  • ¿Cuándo ves a un insecto tu primera reacción es pisarlo y/o chafarlo sin preguntarte el porqué? otro 10% más
  • ¿Cuando vas a realizar alguna tarea ruidosa en tu casa, te paras a pensar antes si le va a molestar a alguien o no?, si es que no, suma un 10% más, si además es una tarea no necesaria añade otro 5% suplementario.
  • ¿En medio de una conversación sueltas la típica idea, frase (o topicazo) que has escuchado simplemente porqué “encaja” sin pararte a analizar esa idea? suma otro 5%
  • ¿Utilizas muy a menudo frases del tipo “han dicho..”, “dicen..” o similares?, suma un 5% más
  • ¿Al utilizar el transporte público sueles mirar a tu alrededor para asegurarte de que no obstaculizas a nadie? si es que no añade otro 5%
  • ¿En los cines o teatros con butacas no numeradas te paras a pensar si la posición que ocupas puede molestar a alguien? si es que no, otro 5% más.
  • Si has llegado hasta aquí restate un 10%
  • ¿Has hecho cosas que te parecían absurdas sólo porqué el resto del grupo también lo hacía? suma otro 5%
  • ¿Sueles hacer propósitos de inicio de año o inicio de curso cómo “voy a estudiar inglés” o “voy a asistir al gimnasio con regularidad” y te lo crees a pesar de haberlo intentado repetidamente sin éxito durante los años precedentes? súmate otro 10%
  • ¿Sueles creer a la primera lo que lees en la prensa, oyes en la radio o ves en la TV?  añade otro 10%
  • ¿Piensas que eres libre en tus decisiones? añade un 5% más
  • ¿Has pensado alguna vez “mientras a mi me vaya bien...” o similar? pues suma otro 5%

Ok. Ahora ya puedes hacer los cálculos. Si llegados a este punto superas el 100% de probabilidades, tampoco te preocupes demasiado. Según la teoría de Cipolla y de los estudios que la apoyan estás en la media del resto de la sociedad. Si a pesar de ello no piensas hacer nada para remediarlo o, por lo menos,  para verificar si realmente eres estúpido/a , entonces ya tienes la garantía total de que efectivamente lo eres. La decisión de mejorar o no es tuya y sólo tuya.
Dejadme acabar diciendo que pienso que la estupidez es algo realmente nocivo. Es peor que las catástrofes naturales o que la mayoría de las epidemias, pues la estupidez es la causa de gran parte del sufrimiento humano, es el origen de casi todas las guerras, miedos infundados, insultos y agresiones. Por la estupidez se rompen familias, se marchitan relaciones y se pelean los amigos.
Supongo que debe haber alguna razón oculta para que la estupidez haya reinado durante tantos milenios y siga tan presente hoy día. Quizá la estupidez tenga alguna utilidad en la evolución humana cuyo significado se nos escape. Sólo así se explica que haya sobrevivido con tanta salud durante tanto tiempo. No obstante, mientras no tenga razones para sentir lo contrario, yo voy a seguir luchando en su contra durante lo que me quede de vida, por supuesto empezando por mi mismo. ¿No os parece una misión realmente.....estúpida?

viernes, 18 de julio de 2014

La vida no la vivimos, nos la contamos




...pues sí, así es como lo pienso, la vida no la vivimos sino que "nos la contamos", es decir elaboramos una historia con lo que vamos cogiendo de aquí y de allá y a continuación nos montamos la narración.

Con esto no quiero decir que la realidad objetiva no exista, efectivamente el mundo exterior existe pero o bien es infinito o la cantidad de información que contiene es de un volumen tan inmensamente brutal que con los limitados recursos que nos ha proporcionado la selección natural tan sólo somos capaces de captar un parte ínfima..punto.

Partiendo de esta premisa y dándola como cierta (si no las crees cierta, al menos temporalmente, no creo que la lectura de este artículo te sirva de mucho) es lógico admitir que forzosamente nuestra imagen de la realidad es una selección pequeñísima de todo lo que hay disponible. Pero es que además esa realidad está intensamente filtrada. ¿Cuáles son esos filtros? existen varios, pero los más poderosos y los que más contribuyen a crear nuestro modelo de realidad son las creencias.

Las creencias son las palabras con las que construimos nuestra historia vital. Éstas a su vez vienen determinadas por la cultura que recibimos desde pequeños que, a su vez, está totalmente incluida por las costumbres y creencias generales de la sociedad en la que habitamos.

Si tenemos en cuenta que cada persona se desarrolla en circunstancias diferentes, -que pueden ser muy similares entre individuos de una misma sociedad pero nunca idénticas- , llegamos a la conclusión de que existen, al menos, tantas historias y por tanto tantas realidades diferentes como personas. Y es aquí donde está la clave de la cuestión, nuestras creencias nos ayudan a elaborar nuestros pensamientos que son el guión de la historia de nuestra vida. Esto no pasaría de ser un detalle sino fuera porque de la calidad de nuestros pensamientos también va a depender mucho la calidad de nuestra vida.

Un mismo hecho puede interpretarse de forma diferente dependiendo de la forma en como nos lo contemos. Por ejemplo. Estamos dando un apacible paseo por la calle con el simple objetivo de distraernos y relajarnos, hace un día soleado y la temperatura es agradable....

BIEN: Qué buen día hace!, voy a respirar a fondo para sentirme más a gusto. Me encanta la sensación de esta temperatura en mi cuerpo. Que buena es la experiencia de pasear por el gusto de pasear. La repetiré más a menudo, pero ahora voy a disfrutar de este momento, es mi momento.

MAL: Qué buen día hace! Lo mismo esta tarde se nubla y se lía a llover como anteayer. Y sería una faena porqué tengo que ir a comprar, y sería una lata ir a comprar lloviendo. En realidad ir a comprar es una lata siempre. No me apetece nada ir, pero no  me queda más remedio, no tengo criados. Qué asco de vida! Con lo bueno que sería vivir sin preocupaciones! ...Soy una persona desgraciada.

...Entonces, en medio de nuestro tranquilo paseo un transeunte con prisas que circula en sentido contrario colisiona con nosotros y no sólo no nos pide disculpas sino que antes de proseguir su camino apresuradamente murumura un de forma perfectamente audible y con tono despreciativo un sonoro "Imbécil!"

BIEN: Choca conmigo por ir caminando sin mirar y encima me llama imbécil. Parecía una persona muy desgraciada. Qué lastima!, con el buen día que hace y desperdiciándolo con ese mal humor. Que suerte tengo de saber estar alegre y disfrutar de la vida! Lo siento de veras por el/ella, no sabe lo que se pierde. Quizá está noche rece porque encuentre solución a sus problemas, pero ahora voy a seguir disfrutando de este paseo, ...pero que bien se está!!

MAL: Choca conmigo por ir caminando sin mirar y encima me llama imbécil! Pero que se ha pensado ese/a energúmerno/a! si ha sido él/ella quien me ha embestido! Soy yo quien debería estar furioso/a" será desgraciado/a, malnacido/a, chulo/a ! La culpa es mia por no girarme y partirle la cara! Pero yo no soy así. La gente me desprecia porque no me conoce, yo soy buena persona! no es justo que me haya dicho eso. Todo el mundo me maltrata, no hay derecho, esto es una mierda! Ya me ha fastidiado el día. A lo mejor es verdad que soy un/a patoso/a que asco! debería haberle dicho algo, pero es que encima soy un/una cobarde. Maldita sea! (el diálogo destructivo aún dura unos segundos -o incluso horas- más)

Fijaos que los hechos objetivos son los mismos, lo que varía es la narración que el protagonista elabora a partir de ellos con resultados totalmente diferentes.
Si bien es cierto que las emociones nos envían una primera oleada de energía cuando sucede cualquier hecho, no es menos cierto que las emociones se modelan a partir de las narraciones que nos hemos ido contando a lo largo de nuestra vida. La gran mayoría de nosotros no podemos cambiar las emociones a voluntad pero si podemos transformarlas gradualmente modificando el relato que les contamos acerca de lo que nos pasa.

El problema es que un gran porcentaje de la población son pésimos narradores. Las historias que se inventan para contarse su vida no solamente son pobres sino que están inundadas de los estereotipos narrativos que se imponen en nuestra sociedad y que, la verdad sea dicha, dejan en su mayoría mucho que desear y predisponen a cualquiera directamente a la neurosis, tanto por la intoxicación de historias como por la, en general, bajísimas calidad de éstas. Desgraciadamente esta incapacidad para saber estructurar buenas narraciones se acaba transformando en vidas infelices, mucho más infelices de lo que serían contadas con un guión adecuado.

Parte de una posible solución sería dar especial importancia en las escuelas a las humanidades, especialmente a esas disciplinas que nos enseñan a narrar historias. Desafortunadamente en el entorno educativo esto está lejos de ocurrir. Desde hace años se considera a las humanidades materias académicas sin mucha utilidad en la vida real, cuando en realidad, es todo lo contrario. Este hecho explica en parte la incapacidad de la ciudadanía actual para contarse su vida -y en consiguiente vivirla- de forma sana.


***Añadido. Conocí en una residencia de ancianos a un hombre analfabeto que había tenido una vida que a la vista de los estándares actuales había sido bastante anodina y hasta desdichada. Una vida que no valía la pena ser vivida. De bien niño se fue al campo a cuidar un rebaño de ovejas, hasta bien entrada su juventud apenas se relacionó con dos o tres personas de manera esporádica. Nunca se casó ni tuvo hijos y solamente salió de su pueblo para trasladarse a la residencia donde estaba pasando sus últimos años. Su pensión apenas si daba para su manutención.
Cualquiera hubiera pensado que aquel hombre era un desgraciado, sin embargo he conocido muy pocas personas más satisfechas con su vida. Aunque no sabía leer ni escribir aquel señor era un narrador extraordinario. Había tenido como maestros al sol, la luna, las estrellas y los árboles y se notaba. Cuando te contaba sus experiencias en medio de la naturaleza y las sensaciones que allí vivió era imposible no quedar absorbido en la atmósfera de sus historias. Rebosaba una energía serena y podía tenerte más de una hora pendiente de sus palabras sin que tu atención se rebajara en ningún momento. No era difícil imaginar como, aún en circunstancias tan duras, esta persona era capaz de contarse su propia biografía de una manera tan apasionante que en el ocaso de su vida podía afirmar que había sido inmensamente feliz con una gran sonrisa en su cara y con un brillo en sus ojos que destilaba una incuestionable sinceridad.



martes, 1 de abril de 2014

Empapa tu cerebro en Serotonina.




Nos guste o no nos guste, nuestro estado de ánimo viene determinado por una serie de sustancias neurotransmisoras presentes en nuestro sistema nervioso central. Basta la presencia o la ausencia de uno de ellos en las cantidades adecuadas para que cambie radicalmente nuestra forma de estar en el mundo y de percibirlo. Podéis abundar ampliamente sobre estos temas en el libro de Biología de las pasiones de Jean Didier Vincent.
El caso es que entre todos estos neurotransmisores la serotoninatiene especial importancia ya que su presencia en nuestro cerebro es la que nos hace sentir bien. Cómo por arte de magia, una presencia de serotonina en las proporciones adecuadas nos eleva el estado de ánimo y la sensación de placer, evita la depresión,  nos permite sentirnos mejor y ver todo de un modo mucho más positivo. Por tanto es recomendable adoptar unos hábitos en nuestro estilo de vida que nos permitan mantener siempre una buena cantidad de serotonina empapando nuestro cerebro para mejorar nuestra calidad de vida en general.
Enumero a continuación unos cuantos consejos que ayudan a mantener los niveles de serotonina en estado óptimo. Como todos los consejos son más fáciles de dar que de seguir, aún así vale mucho la pena intentarlo habida cuenta de los beneficios.
Evitar situaciones estresantes: El stress provoca que se pongan en marcha corticoides que producen efectos contrarios a la serotonina
Mantener la calma: Si por nuestras circunstancia vitales nos es imposible evitar situaciones estresantes, entonces lo mejor es analizar la situación con la máxima distancia posible e intentar no implicarnos emocionalmente, o al menos que dicha implicación emocional sea lo más leve posible. El objetivo es rodearnos de calma a la mínima oportunidad aunque solamente sea por unos segundos
Dormir las horas adecuadas: Procurar siempre dormir entre 7 y 9 horas al día. Una de las funciones de la serotonina es la de regular el ciclo del sueño mediante la síntesis de melatonina. Un desajuste de nuestro ciclo de sueño-vigilia puede producir carencias de serotonina indeseables.
Practicar ejercicio: El ejercicio físico estimula la producción de serotonina por parte del cerebro. Un mínimo de media hora al día de ejercicio físico son un estupendo remedio antidepresivo. Son especialmente adecuados los deportes aeróbicos y que no producen demasiado stress en el cuerpo.
Dieta rica en triptófano: No podemos enviar serotonina adicional directamente a nuestro cerebro pues la barrera hematoencefálica lo impide pero sí podemos provocar su generación de forma indirecta a través de una dieta sana y rica en triptófano ya que este aminoácido es un elemento esencial para la liberación de serotonina. Hay multitud de elementos que incluyen importantes cantidades de triptófano. Hago aquí una enumeración de algunos de ellos.
·         Legumbres: lentejas, soja, guisantes, habas, judías o garbanzos entre otras
·         Cereales: Trigo, avena, mijo, maíz, centeno o cebada
·         Verduras y hortalizas: espinacas, espárragos, lechuga, berenjenas, zanahorias, pepinos o tomates entre otros
·         Frutas: fresas, naranjas, arándanos, melocotones o uvas entre otras
·         Frutos secos
·         Carnes: Especialmente la de pavo, pollo y el jamón
·         Pescados: especialmente el azul como la sardina, la caballa o el atún
·         Otros alimentos: El queso (especialmente el curado, el tofu o el chocolate)
No obstante hay que controlar su ingestión en las cantidades y medidas adecuadas mezclándolos de forma saludable para evitar que la ingestión de triptófano produzca daños en otras áreas, por ejemplo; el chocolate produce triptófano pero también puede hacer subir demasiado los niveles de glucosa  en sangre (salvo que sea del 100% de cacao), por su parte una ingestión excesiva de carne puede hacer aumentar peligrosamente el nivel de grasas en nuestro cuerpo con los correspondientes riesgos cardiovascualres. En definitiva, comer de todo en las cantidades y proporciones adecuadas…vamos lo de siempre.
Procurar hacer, al menos, dos cosas al día que nos ilusionen: Procurarnos alegrías es un estimulante efectivísimo para la producción de serotonina así que hemos de obligarnos a darnos un par de ilusiones al día aunque sean pequeños actos cómo abrazar a un amigo, dar un paseo, leer un buen texto o comernos un helado de chocolate negro, …que además nos proporcionará triptófano ;-).
Hacer el amor: la práctica de sexo –en compañía o en solitario-  siempre que sea no compulsiva, eleva los niveles de serotonina antes, durante y después de la actividad. Si se hace de forma compulsiva entonces provoca ansiedad y ya tenemos los corticoides en lugar de la serotonina.
Respiración abdominal: Este tipo de respiración nos ayuda a serenarnos y la serenidad aumenta los niveles de serotonina en el cerebro.
Meditar:  La meditación es una fuente fantástica de estimulación de producción de serotonina. Mientras más experiencia se gana en la práctica de la meditación más uniforme se mantienen los niveles de serotonina.
Reir: Algo tan sencillo cómo reírse libera serotonina en el cerebro. No hace falta decir que cuanto más riamos, mejor.
Escuchar buena música: está más que demostrado que la buena música estimula la generación de serotonina
Ayudar a los demás: Demostrado, ayudar al prójimo es una excelente forma de liberar serotonina siempre y cuando prestar esa ayuda no se haga de forma forzada y no suponga un prejuicio mayor para nosotros mismos.
Existen medicamentos antidepresivos como los inhibidores selectivos de recaptación de serotonina que mediante un proceso de inhibición hacen que suban drásticamente los niveles de serotonina en el sistema nervioso central pero NUNCA deben tomarse si no han sido recetados directamente por un psiquiatra o médico especialista ya que de lo contrario se corre el riesgo de padecer un síndrome serotoninérgico de consecuencias muy pero que muy desagradables y perjudiciales para nuestro organismo.
Enfín, espero que esta información os sea de utilidad.

Creatividad y receptividad




Se habla mucho de la creatividad en los últimos tiempos, pero muy poco o nada de su complementaria, la receptividad. Se trata de un olvido grave si tenemos en cuenta que ambas cualidades son igual de importantes. En cualquier proceso de la actividad humana donde la creatividad es fundamental, como el arte, la ciencia, la ética o la cultura en general, la receptividad tiene un papel igual de esencial y en una proporción simétrica.
La razón es muy simple. La receptividad es la otra cara de la creatividad, es su complemento, su pieza de encaje concavo-convexo en un todo representado por el símbolo supremo de la obra acabada.
La creatividad es la fuerza Yang. Dentro de libro de las mutaciones representa la luz, la fuerza celestial, el principio masculino, la acción, lo que fecunda. La receptividad es la fuerza Yin. Dentro del libro de las mutaciones representa la oscuridad, la madre tierra, el principio femenino, lo que acoge en su seno a la simiente que da paso al fruto de la vida.
Habida cuenta de que, excepto la explosión primigenia, nada ha surgido de la nada ( e incluso esto último deberíamos considerarlo con reservas), hemos de aceptar el enunciado de que una idea, cualquiera que sea, parte siempre de otra idea o de otro conjunto de ideas previo.
Dentro del contexto de la creación artística (aunque esto mismo podría aplicarse a cualquier otro ámbito) este concepto se traduce en la teoría de que una obra de arte es el resultado de la transformación de toda una serie de entradas (inputs) que ha recibido el autor y que ha tamizado a través de los múltiples filtros de su percepción. Estos inputs pueden ser otras obras de arte anteriores, imágenes y sonidos del paisaje circundante, la conversación con otro sujeto u otros muchos elementos del entorno.
El proceso por el cual el creador se deja empapar por todas estas entradas y permite que fructifiquen hasta hallar la inspiración es lo que se conoce como el acto receptivo cuya sublimación dará paso al acto creativo. Pero observad el hecho de que uno es anterior al otro, no puede existir un acto creativo sin que exista una acto receptivo previo. El hecho de que este proceso pase inadvertidamente para muchos autores no quiere decir que no exista.
Lo cierto es que puede haber artistas que sean muy buenos receptores y que luego no sepan reflejar esta cualidad como buenos creadores, pero me atrevo a apostar a que un creador genial prácticamente siempre será también un receptor excelente. El porqué de esta creencia se basa en el hecho de que la fina sensibilidad que hace falta para ser un creativo por encima de la media es a la vez la mejor herramienta para afinar nuestra receptividad.
Entonces, ¿en que consiste la receptividad?, pues en la capacidad de saber ver, observar, reconocer, relacionar e intuir en un flujo continuo; en escuchar todos los elementos que nos hablan a nuestro alrededor, tanto desde dentro como desde fuera y dejar que nos fecunden. Sólo después de este proceso podrá darse la vuelta al calcetín y empezar el proceso creativo donde vomitaremos todos estos elementos transformados y re-ensamblados bajo el tamiz de nuestra intuición y la luz de nuestro ingenio.
Al igual que ocurre con la creatividad, la receptividad también puede entrenarse independientemente de las actitudes innatas que se posean. Se han escrito muchas páginas acerca de técnicas creativas, pero casi nada acerca de técnicas receptivas, sin embargo éstas existen. La principal herramienta es la observación, se trata de enfocar las cosas con el hemisferio izquierdo del cerebro intentando discernir todos los detalles acerca de lo que estamos viendo, escuchando o leyendo. Luego está el disfrute que consiste en poner el foco con el hemisferio derecho del cerebro y dejarse llevar por aquello que estamos percibiendo y que nos atrae, dejar que sean las cosas las que “nos observen a nosotros“. La combinación de ambas técnicas en diferentes proporciones produce la inspiración, es decir dejarse poseer y germinar, al igual que una simiente, por aquello observado.
Existen múltiples fuentes de inspiración pero me gustaría destacar tres que antes he citado y que durante siglos han ayudado a los artistas a desarrollar sus obras más excelsas.
La naturaleza: Millones de años de evolución y selección natural han provocado bellas formas que, por ser el ser humano parte de la naturaleza, le han inspirado a crear otras formas basadas en las originales.
Obras de otros artistas: Cualquier artista se convierte de forma automática en fuente de inspiración para otros artistas, por eso es muy recomendable empacharse con imágenes, textos, músicas y conceptos que sean de nuestro agrado.

Las conversaciones: Las relaciones con los demás ( y con uno mismo), el intercambio de ideas, palabras, sensaciones, son una fuente inagotable de inspiración pues del choque de vivencias producen chispas de ocurrencia.

viernes, 7 de marzo de 2014

El dibujo en el Bulli.



Que el dibujo es una disciplina universal que ha apoyado y apoya muchas otras disciplinas es algo que pienso está fuera de duda a estas alturas. Por eso me alegró, aunque no me sorprendió, que


The Drawing Center inaugurara una exposición dedicada a los dibujos que se hacían en El Bulli como parte del método de la creación de platos.
No es la primera vez que se hacen exposiciones acerca del que fue el mejor restaurante del mundo, pero sí que es la primera en la que se da protagonismo al dibujo y donde se han podido degustar piezas, en este caso sobre papel, con tanta delectación como se hacía en sus comedores.
Hace unos años tuve la oportunidad de cenar en El Bulli, en compañía además de una persona muy especial para mi. Lo recuerdo como una de las mejores experiencias epistémicas, estéticas y sensoriales que he tenido en mi vida. Ahora, observar la importancia que tuvo el dibujo en la creación de esas maravillas hace que se multiplique mi disfrute y mi admiración.

Pero como dije al principio del artículo, no es algo que me sorprenda, pues como dijo Juan Fajardo "dibujar es pensar con las manos" y por tanto, resultaba claro que este procedimiento era esencial para pensar, sentir y producir esos platos deliciosos que se hacían en el Bulli que eran a la vez auténticas obras de arte.

Podéis encontrar más información acerca de esa exposición en los siguientes artículos.

http://www.lavanguardia.com/cultura/20140124/54399491041/dibujante-ferran-adria.html

http://noticias.lainformacion.com/estilo-de-vida-y-tiempo-libre/gastronomia-restaurantes-y-cocina/ferran-adria-revelara-el-adn-de-el-bulli-en-una-exposicion-en-nueva-york_Apidb7SFYM0ZQ6uBEzHbb1/

http://eldia.es/2013-04-26/gastronomia/5-Adria-revelara-ADN-Bulli-exposicion-Nueva-York.htm

Imágen cortesía del Bulli Foundation

miércoles, 5 de marzo de 2014

El estado de ánimo y los cuatro elementos

Los cuatro elementos



La realidad es como es, pero solamente podemos acceder a ella a través del filtro de nuestra percepción lo cual, en la práctica, significa que hay millones de realidades. Podríamos decir que la realidad en es conjunto de ingredientes que hay "allá fuera" y con ellos nuestra consciencia nos cocina un plato que es el que se nos muestra cada día. No podemos cambiar esos ingredientes, es decir, la realidad como tal, pero si la forma en como la filtramos y cocinamos. La conclusión es que somos nosotros los que estamos creando nuestra realidad segundo a segundo en base a una selección, limitadísima por cierto, de toda esa información que está allí a disposición de todo el mundo.

En el artículo Empapa tu cerebro se serotonina, ya expliqué la importancia de entrenar nuestro cerebro para aprovechar al máximo las sensaciones positivas y mejorar de esta manera la calidad de vida. En este artículo hablaré de como una gran cantidad de sensaciones placenteras para nuestro sistema nervioso central proceden de los cuatro elementos básicos de la naturaleza la tierra, el agua, el aire y el fuego. Analicémonos uno a uno.

La tierra: Los elementos que representan a la tierra serían los alimentos. La comida es la forma que tenemos de introducir la tierra en nuestro interior, el modo de informar a nuestro organismo de como es el entorno en el que estamos insertos y de esta forma facilitarle la adaptación a dicho entorno. El bienestar que produce comer está fuera de toda duda y no únicamente cuando tenemos hambre, muchas veces saborear uno de nuestros alimentos favoritos es un gran remedio para el malestar que causa la ansiedad y de hechos muchos trastornos alimenticios se producen como consecuencia de a búsqueda desesperada e inconsciente de acabar con la ansiedad. Es compresible, muchos alimentos contienen sustancias, como el triptofano, que ayudan a estimular neurotransmisores en el cerebro que hacen que nos sintamos mejor. No obstante para convertir la comida en una verdadera fuente de bienestar y salud hemos aprender a alimentarnos de forma sabia. El azúcar, el chocolate o incluso el café tomados en el momento adecuado y en la dosis justa puede ayudarnos a sentirnos mejor, pero caer en el abuso que tan fácilmente nos ofrece la búsqueda de satisfacción rápida e inmediata trae muchos más perjuicios que beneficios. Otros alimentos no tan atractivos a primera vista sin embargo pueden ser, incluso a corto plazo, muy beneficiosos para nuestro bienestar anímico.

El agua: El agua, tanto cuando la bebemos como cuando nos sumergimos en ella proporciona un innegable placer en nuestra mente. Hemos de relacionarnos con ella de la forma adecuada por supuesto. Beber agua, aparte de quitarnos la sed, puede ser un estupendo remedio para mejorar nuestro estado de ánimo. Pero beber bien es todo un arte. Aprender a beber dosificando los sorbos a un ritmo adecuado en base a la situación, con el agua a la temperatura justa es algo que necesita entrenamiento para llegar a dominarlo completamente. Cuando bebemos otra bebida que no es agua, estamos mezclando el elemento agua con uno de los otros tres. Por ejemplo si bebemos zumo de tomate estamos mezclando el elemento agua con el elemento tierra, si bebemos espuma de cualquier tipo, estamos mezclando el elemento agua con el elemento aire y si bebemos bebidas espirituosas estamos mezclando el elemento agua con el elemento fuego. Ni que decir tiene que en estos casos hemos de intensificar nuestras precauciones. Por otra parte es innegable la sensación de relajación que produce una buena ducha o un baño con el agua a la temperatura adecuada.

El aire: La respiración es el elemento que enlaza el elemento aire con nuestro bienestar psíquico. Una buena respiración puede obrar milagros en nuestro cuerpo y en nuestra alma como muy bien saben maestros de multitud de culturas. Existen disciplinas como el yoga prana, el shiatsu o el quigong que insisten en la importancia de la respiración y explican exhaustivamente cuales son las técnicas para convertir la respiración en un poderoso recurso para nuestro bienestar espiritual. Mediante la respiración es posible incluso llegar a estados alterados de consciencia que pueden hacernos acceder a conocimientos muy difíciles de obtener de otro modo. Sin embargo no es necesario llegar a esos niveles para comprobar los beneficios de este elemento. Si te invade la ansiedad, párate, deja lo que estés haciendo y respira lenta y profundamente, en la mayor parte de los casos verás como tu mente se tranquiliza.

El fuego: El elemento fuego está representado por todo aquello que nos produce calor tanto corporal como espiritual. La forma más simple y evidente sería la satisfacción que le produce a nuestro cerebro la sensación térmica procedente de un baño sol o de las llamas de una chimenea en invierno. Pero existen formas más subliminares a través de las cuales el elemento fuego contribuye a nuestro bienestar psíquico. Una de ellas es el ejercicio físico que aparte de producir calor en nuestro cuerpo, hace que se dispare la segregación de endorfinas que producen ese fuego espiritual tan beneficioso para nuestra mente. Y por último estaría el erotismo tanto en sus versiones más intensas y directamente relacionadas con el acto sexual y el orgasmo, donde es innegable la relevancia del "calor tántrico" que se produce en nuestra psique, como en sus versiones más extremadamente suaves que tienen que ver con las relaciones personales en general (las de tú a tú en un entorno más o menos íntimo, no las colectivas) y donde la conversación con el otro tiene un papel esencial, lo que se conoce como "el calor humano" ese es el tipo de calor que sienta también a nuestro ánimo cuando nos invade la ansiedad o la tristeza y que fortalece el alma.

Hay que poner atención no obstante en como usamos estos cuatro elementos para que los resultados sean un beneficio real. Un mal uso puede desencadenar auténticos cataclismos personales bajo la apariencia de una recompensa aparente. Así que come, bebe, respira, haz ejercicio, haz el amor y conversa pero siempre poniendo consciencia en todo lo que haces ;-).

Imagen vía Gunjan Karun

martes, 11 de febrero de 2014

Entre el sufrimiento y la euforia



El sufrimiento y la euforia son dos caras de una misma moneda. Ambos tienen como nexo común el apego que, ya desde tiempos del Buda sabemos que es el origen de ambas emociones.
Más allá de los momentos por los que, invariablemente, toda persona pasará bajo el influjo de de una u otra a lo largo de su existencia, podemos encontrar individuos que utilizan o bien el sufrimiento o bien la euforia como forma principal de relacionarse con la vida.

Suele ser mucho más habitual el caso del sufrimiento. Muchas personas tienen una auténtica adicción a esta pasión hasta el punto de que sus vidas difícilmente pueden ser explicadas sin las desgracias o las calamidades. Parece que necesitan andar contando sus múltiples pesares y haciendo gala de su desdicha a cualquiera que se cruce por su camino. La queja suele ser el modo habitual de empezar, acabar y enlazar las conversaciones en este tipo de personas.

En algunos casos extremos, esta terrible adicción llega a provocar una extraña ansiedad en sus víctimas que se manifiesta cuando a sus vidas llega, de imprevisto, un periodo de calma, equilibrio o incluso de dicha. Cuando detectan que las cosas empiezan a ir bien, se sienten inseguras y amenazadas en un territorio que no conocen. La consecuencia en estos casos suele ser la búsqueda obsesiva del conflicto y el desequilibrio que  les devuelva a una situación de sufrimiento. Esta situación, aunque destructiva, les es familiar y les permite establecerse de nuevo en su papel de víctimas.

Ni que decir tiene que el origen real de muchos de estos sufrimientos tremendos raramente se basa en situaciones objetivas (aunque, sin duda, éstas también existan). Es la subjetividad más oscura la que, como una gafas negras, se encarga de deformar la realidad hasta adaptarla a la amargura omnipresente en estas almas que se regocijan en la bilis de su propia angustia que refuerzan y crean a cada segundo.

El caso contrario, aunque menos frecuente, también existe. Se trata de aquellos individuos que buscan la euforia de forma compulsiva y huyen de aquellas situaciones que les exijan un comportamiento grave. Cuándo se enfrentan a momentos que demandan una actitud de seriedad o incluso de pesar recurren a cualquier artimaña para salir de allí rápidamente. Son los típicos amigos que siempre están de broma, que desprecian los comportamientos taciturnos, que exultan un optimismo hipertrofiado y que se burlan de todo. Incapaces de tomarse nada en serio siempre han de soltar el chiste que deje a las claras que no están dispuestos a reconocer la gravedad de ningún asunto.

Al igual que en caso anterior, se trata de una forma de relacionarse con la realidad que puede llegar al nivel de adicción. A simple vista puede parecer más saludable que la anterior pero no deja de ser otra deformación. El mundo puede ser un lugar maravilloso en ocasiones pero también es un lugar indudablemente peligroso.

La mayoría de nosotros oscila entre los dos estados de modo pendular. Los más "bipolares" lo hacen de una forma muy rápida, lo más calmados de una forma muy lenta. La calidad de vida, no obstante, se consigue aprendiendo a navegar con firmeza entre estas dos fases de la ola emocional.

Para saber transitar entre la euforia y el sufrimiento de forma sana es fundamental familiarizarse con el concepto de apego, que es de donde nacen ambas. Sólo cuando nuestra consciencia del apego se va haciendo más visible somos capaces de detectar el filtro de sufrimiento/euforia que estamos utilizando como vía de relación con el entorno y, en base a ello equilibrar nuestro estado emocional.

Es importante sin embargo, tener en cuenta que, aunque el equilibrio emocional debería ser un objetivo deseable en términos generales por su incuestionables beneficios para la salud, hay momentos en los que toca sufrir y hay momentos en los que toca dejarse llevar por la euforia. La mayoría de nosotros no somos budas (iluminados) por lo tanto hemos de ser conscientes de que las olas emocionales nos van a arrastrar en más de una ocasión. Lo que si que es más que recomendable es intentar eliminar los sesgos en nuestra personalidad que nos empujan a permanecer en estados excesivamente escorados durante demasiado tiempo, tanto hacia un extremo como hacia el otro. El objetivo sería reducir nuestros movimientos pendulares y convertirlos en una bella y serena danza.

¿El método para conseguirlo? La buena noticia es que existen esos métodos, la mala noticia es que la cantidad de métodos que existen es mayor incluso que el número de habitantes que hay en el mundo. Por lo tanto cada uno ha de encontrar/confeccionar el suyo propio. Por suerte existen consejos genéricos que pueden servir de guía orientativa (pero sólo de eso, de guía orientativa). Hablaremos de algunos de ellos en próximos posts.

Imagen via Flickr: http://www.flickr.com/photos/screendmon/8267333840/

miércoles, 29 de enero de 2014

El cerebro como una cuenta de suma 0




El cerebro humano concentra en apenas un kilogramo de peso un órgano realmente sorprendente. Apenas sí hemos empezado a comprender mínimamente algunas de sus funciones y aunque la mayoría de temas relacionados con él siguen siendo un misterio, parece claro que los prodigios que es capaz de realizar desafían nuestras más osadas elucubraciones.

Podemos aprender a potenciar nuestro cerebro y desarrollar sus capacidades para ser más eficientes en muchas tareas, pero a pesar de ello no hemos de olvidar que, al final, el cerebro es una cuenta de suma cero.

¿Esto que quiere decir?, pues que nuestro cerebro tiene una capacidad limitada y que el desarrollo de una función específica se hará en menoscabo de otra, es decir, si nuestro cerebro tiene una capacidad X y invertimos un 25% de su capacidad en unas competencias determinadas, únicamente nos quedará un 75% de esa X para dedicarlo al resto. Podemos entrenarlo para aumentar la capacidad total, pero irremediablemente acabaremos llegando a su límite.

Quede claro que este planteamiento es meramente una hipótesis tan sólo muy vagamente apoyada por algunos estudios científicos. No pretendo hacer ciencia aquí, pero mi intuición y experiencia diaria, tanto en mí mismo como en otros, me confirma que esto es así.

Según esta teoría, no es muy probable que si eres, por ejemplo, un gran experto en idiomas (me refiero a hablar correctamente 7 u 8 idiomas) a la vez seas un lince del deporte, un as de las relaciones personales y un magnífico artista abstracto. A no ser, claro está, que seas un auténtico portento de la naturaleza, que es un caso excepcional. Ocasionalmente podemos encontrar algunos de estos portentos a lo largo de la historia de la humanidad, pero no es lo habitual. Picasso destacó por su genio en el arte pero su comportamiento en las relaciones familiares dejaba un poco que desear, la Madre Teresa de Calcuta demostró una humanidad infinita pero no se le conoce por ser un as de las matemáticas (ni falta que le hacía, por otra parte), Mozart fue otro genio pero tenía un carácter infantil e irresponsable que le impedía hacer análisis rigurosos y realistas de las situaciones, asimismo es muy conocida la dificultad de muchos matemáticos para establecer relaciones sociales (aunque no padezcan síndrome de Asperger)

De hecho, lo interesante de este principio es que no únicamente puede aplicarse al pensamiento racional y lógico, como sería de esperar, sino a todos los universos que contempla el sistema nervioso central, incluidos los sentimientos, las sensaciones o el mundo consciente/ inconsciente. Esto quiere decir que mientras más tiempo y espacio le dediquemos a pensamientos destructivos y sentimientos negativos menos espacio le dejaremos a la positividad y a las funciones del cerebro que nos permiten sentirnos mejor. Lo mismo ocurre al contrario, mientras más tiempo y espacio le demos a la "construcción" de estructuras positivas en nuestra cabeza menos espacio le dejaremos a las estructuras nocivas. Al final la resta de porcentajes de actividad que trabajan en nuestro cerebro suman 0, así que depende en gran parte de nosotros decidir como distribuimos toda esa capacidad de trabajo.

...Y digo en gran parte y no completamente, porque un porcentaje nada despreciable del funcionamiento de nuestra mente se desarrolla de forma inconsciente. Pero hasta en eso me atrevo a asegurar que funciona la suma 0. Es decir, que mientras menos espacio le demos al comportamiento consciente mayor dominio le damos al inconsciente, y viceversa, mientras más consciencia pongamos en nuestros actos, menos cosas dejaremos a la suerte del inconsciente. En muchos casos interesa dejarle al inconsciente las riendas de la situación. Es el caso, por ejemplo, del aprendizaje de conducción de un vehículo o el aprendizaje de un segundo idioma. En el caso de la conducción, cuando estamos aprendiendo, hemos de poner toda nuestra atención en cada uno de los pasos a seguir para que el vehículo se desplace, con el tiempo y el entrenamiento, acabamos guiando el vehículo inconscientemente sin apenas darnos cuenta de ello. Cuando aprendemos un segundo idioma al principio hemos de realizar un gran esfuerzo para recordar el vocabulario y las reglas gramaticales, si tenemos la oportunidad de practicarlo constantemente y de mantener conversaciones con otros hablantes, el transcurrir el tiempo hará que lo acabemos hablando fluidamente y sin que suponga un esfuerzo excesivo. Las palabras saldrán de nuestra boca inmediatamente sin tener que realizar una búsqueda consciente en el archivo de nuestra cabeza. En el caso de nuestra lengua materna, este aprendizaje se realiza al mismo tiempo que se construye nuestra propia consciencia y por eso es indiferenciable la construcción de la una y la adquisición de la otra y el aprendizaje se produce de una forma natural.

La pregunta que puede surgir entonces es: ¿Estoy pues condenado/a a una capacidad cerebral limitada?, ¿a ser excelente en uno o dos aspectos y mediocre en el resto?

Bien, está claro que el límite de la capacidad de nuestro cerebro existe y que este límite es infranqueable (digan lo que digan muchos libros de auto-ayuda), la buena noticia es que rara vez alcanzamos ese límite, ni siquiera nos acercamos. Existen varias disciplinas, técnicas y trucos para multiplicar nuestra capacidad mental. Una de las más poderosas que conozco es el poder de la inter-relación. Fue eso lo que permitió, por ejemplo, a Leonardo Da Vinci destacar en disciplinas tan aparentemente dispares como el dibujo, las matemáticas, la geometría, la física o la anatomía. No es sólo que Leonardo fuera una mente privilegiada (que también) sino que para él todas esas disciplinas -que la actual doctrina académica aísla en departamentos estancos-, eran en realidad diferentes aspectos indiferenciados de una misma cosa. Para él la geometría tenía una correspondencia clara con las proporciones del cuerpo humano y ambos elementos, a su vez, estaban integrados en la naturaleza que estaba regida por unas leyes físicas cuya armonización permitía la creación de aparatos tecnológicos, como un paracaídas, que no era más que traer a la realidad "realizar" algo que no existía aún pero que era perfectamente posible.

Porque esa es una de las maravillas del cerebro, hacer posible lo que hasta entonces había sido inexistente. Por desgracia esto también es aplicable a la maldad y a la crueldad de que es capaz el ser humano, pero pienso que para poder evolucionar hacia mejor nuestro deber es utilizar la suma cero del cerebro para construir de la mejor manera que seamos capaces.

Imagen vía Creative Commons: http://www.flickr.com/photos/flamephoenix1991/8376271918/