miércoles, 29 de enero de 2014

El cerebro como una cuenta de suma 0




El cerebro humano concentra en apenas un kilogramo de peso un órgano realmente sorprendente. Apenas sí hemos empezado a comprender mínimamente algunas de sus funciones y aunque la mayoría de temas relacionados con él siguen siendo un misterio, parece claro que los prodigios que es capaz de realizar desafían nuestras más osadas elucubraciones.

Podemos aprender a potenciar nuestro cerebro y desarrollar sus capacidades para ser más eficientes en muchas tareas, pero a pesar de ello no hemos de olvidar que, al final, el cerebro es una cuenta de suma cero.

¿Esto que quiere decir?, pues que nuestro cerebro tiene una capacidad limitada y que el desarrollo de una función específica se hará en menoscabo de otra, es decir, si nuestro cerebro tiene una capacidad X y invertimos un 25% de su capacidad en unas competencias determinadas, únicamente nos quedará un 75% de esa X para dedicarlo al resto. Podemos entrenarlo para aumentar la capacidad total, pero irremediablemente acabaremos llegando a su límite.

Quede claro que este planteamiento es meramente una hipótesis tan sólo muy vagamente apoyada por algunos estudios científicos. No pretendo hacer ciencia aquí, pero mi intuición y experiencia diaria, tanto en mí mismo como en otros, me confirma que esto es así.

Según esta teoría, no es muy probable que si eres, por ejemplo, un gran experto en idiomas (me refiero a hablar correctamente 7 u 8 idiomas) a la vez seas un lince del deporte, un as de las relaciones personales y un magnífico artista abstracto. A no ser, claro está, que seas un auténtico portento de la naturaleza, que es un caso excepcional. Ocasionalmente podemos encontrar algunos de estos portentos a lo largo de la historia de la humanidad, pero no es lo habitual. Picasso destacó por su genio en el arte pero su comportamiento en las relaciones familiares dejaba un poco que desear, la Madre Teresa de Calcuta demostró una humanidad infinita pero no se le conoce por ser un as de las matemáticas (ni falta que le hacía, por otra parte), Mozart fue otro genio pero tenía un carácter infantil e irresponsable que le impedía hacer análisis rigurosos y realistas de las situaciones, asimismo es muy conocida la dificultad de muchos matemáticos para establecer relaciones sociales (aunque no padezcan síndrome de Asperger)

De hecho, lo interesante de este principio es que no únicamente puede aplicarse al pensamiento racional y lógico, como sería de esperar, sino a todos los universos que contempla el sistema nervioso central, incluidos los sentimientos, las sensaciones o el mundo consciente/ inconsciente. Esto quiere decir que mientras más tiempo y espacio le dediquemos a pensamientos destructivos y sentimientos negativos menos espacio le dejaremos a la positividad y a las funciones del cerebro que nos permiten sentirnos mejor. Lo mismo ocurre al contrario, mientras más tiempo y espacio le demos a la "construcción" de estructuras positivas en nuestra cabeza menos espacio le dejaremos a las estructuras nocivas. Al final la resta de porcentajes de actividad que trabajan en nuestro cerebro suman 0, así que depende en gran parte de nosotros decidir como distribuimos toda esa capacidad de trabajo.

...Y digo en gran parte y no completamente, porque un porcentaje nada despreciable del funcionamiento de nuestra mente se desarrolla de forma inconsciente. Pero hasta en eso me atrevo a asegurar que funciona la suma 0. Es decir, que mientras menos espacio le demos al comportamiento consciente mayor dominio le damos al inconsciente, y viceversa, mientras más consciencia pongamos en nuestros actos, menos cosas dejaremos a la suerte del inconsciente. En muchos casos interesa dejarle al inconsciente las riendas de la situación. Es el caso, por ejemplo, del aprendizaje de conducción de un vehículo o el aprendizaje de un segundo idioma. En el caso de la conducción, cuando estamos aprendiendo, hemos de poner toda nuestra atención en cada uno de los pasos a seguir para que el vehículo se desplace, con el tiempo y el entrenamiento, acabamos guiando el vehículo inconscientemente sin apenas darnos cuenta de ello. Cuando aprendemos un segundo idioma al principio hemos de realizar un gran esfuerzo para recordar el vocabulario y las reglas gramaticales, si tenemos la oportunidad de practicarlo constantemente y de mantener conversaciones con otros hablantes, el transcurrir el tiempo hará que lo acabemos hablando fluidamente y sin que suponga un esfuerzo excesivo. Las palabras saldrán de nuestra boca inmediatamente sin tener que realizar una búsqueda consciente en el archivo de nuestra cabeza. En el caso de nuestra lengua materna, este aprendizaje se realiza al mismo tiempo que se construye nuestra propia consciencia y por eso es indiferenciable la construcción de la una y la adquisición de la otra y el aprendizaje se produce de una forma natural.

La pregunta que puede surgir entonces es: ¿Estoy pues condenado/a a una capacidad cerebral limitada?, ¿a ser excelente en uno o dos aspectos y mediocre en el resto?

Bien, está claro que el límite de la capacidad de nuestro cerebro existe y que este límite es infranqueable (digan lo que digan muchos libros de auto-ayuda), la buena noticia es que rara vez alcanzamos ese límite, ni siquiera nos acercamos. Existen varias disciplinas, técnicas y trucos para multiplicar nuestra capacidad mental. Una de las más poderosas que conozco es el poder de la inter-relación. Fue eso lo que permitió, por ejemplo, a Leonardo Da Vinci destacar en disciplinas tan aparentemente dispares como el dibujo, las matemáticas, la geometría, la física o la anatomía. No es sólo que Leonardo fuera una mente privilegiada (que también) sino que para él todas esas disciplinas -que la actual doctrina académica aísla en departamentos estancos-, eran en realidad diferentes aspectos indiferenciados de una misma cosa. Para él la geometría tenía una correspondencia clara con las proporciones del cuerpo humano y ambos elementos, a su vez, estaban integrados en la naturaleza que estaba regida por unas leyes físicas cuya armonización permitía la creación de aparatos tecnológicos, como un paracaídas, que no era más que traer a la realidad "realizar" algo que no existía aún pero que era perfectamente posible.

Porque esa es una de las maravillas del cerebro, hacer posible lo que hasta entonces había sido inexistente. Por desgracia esto también es aplicable a la maldad y a la crueldad de que es capaz el ser humano, pero pienso que para poder evolucionar hacia mejor nuestro deber es utilizar la suma cero del cerebro para construir de la mejor manera que seamos capaces.

Imagen vía Creative Commons: http://www.flickr.com/photos/flamephoenix1991/8376271918/