martes, 1 de abril de 2014

Empapa tu cerebro en Serotonina.




Nos guste o no nos guste, nuestro estado de ánimo viene determinado por una serie de sustancias neurotransmisoras presentes en nuestro sistema nervioso central. Basta la presencia o la ausencia de uno de ellos en las cantidades adecuadas para que cambie radicalmente nuestra forma de estar en el mundo y de percibirlo. Podéis abundar ampliamente sobre estos temas en el libro de Biología de las pasiones de Jean Didier Vincent.
El caso es que entre todos estos neurotransmisores la serotoninatiene especial importancia ya que su presencia en nuestro cerebro es la que nos hace sentir bien. Cómo por arte de magia, una presencia de serotonina en las proporciones adecuadas nos eleva el estado de ánimo y la sensación de placer, evita la depresión,  nos permite sentirnos mejor y ver todo de un modo mucho más positivo. Por tanto es recomendable adoptar unos hábitos en nuestro estilo de vida que nos permitan mantener siempre una buena cantidad de serotonina empapando nuestro cerebro para mejorar nuestra calidad de vida en general.
Enumero a continuación unos cuantos consejos que ayudan a mantener los niveles de serotonina en estado óptimo. Como todos los consejos son más fáciles de dar que de seguir, aún así vale mucho la pena intentarlo habida cuenta de los beneficios.
Evitar situaciones estresantes: El stress provoca que se pongan en marcha corticoides que producen efectos contrarios a la serotonina
Mantener la calma: Si por nuestras circunstancia vitales nos es imposible evitar situaciones estresantes, entonces lo mejor es analizar la situación con la máxima distancia posible e intentar no implicarnos emocionalmente, o al menos que dicha implicación emocional sea lo más leve posible. El objetivo es rodearnos de calma a la mínima oportunidad aunque solamente sea por unos segundos
Dormir las horas adecuadas: Procurar siempre dormir entre 7 y 9 horas al día. Una de las funciones de la serotonina es la de regular el ciclo del sueño mediante la síntesis de melatonina. Un desajuste de nuestro ciclo de sueño-vigilia puede producir carencias de serotonina indeseables.
Practicar ejercicio: El ejercicio físico estimula la producción de serotonina por parte del cerebro. Un mínimo de media hora al día de ejercicio físico son un estupendo remedio antidepresivo. Son especialmente adecuados los deportes aeróbicos y que no producen demasiado stress en el cuerpo.
Dieta rica en triptófano: No podemos enviar serotonina adicional directamente a nuestro cerebro pues la barrera hematoencefálica lo impide pero sí podemos provocar su generación de forma indirecta a través de una dieta sana y rica en triptófano ya que este aminoácido es un elemento esencial para la liberación de serotonina. Hay multitud de elementos que incluyen importantes cantidades de triptófano. Hago aquí una enumeración de algunos de ellos.
·         Legumbres: lentejas, soja, guisantes, habas, judías o garbanzos entre otras
·         Cereales: Trigo, avena, mijo, maíz, centeno o cebada
·         Verduras y hortalizas: espinacas, espárragos, lechuga, berenjenas, zanahorias, pepinos o tomates entre otros
·         Frutas: fresas, naranjas, arándanos, melocotones o uvas entre otras
·         Frutos secos
·         Carnes: Especialmente la de pavo, pollo y el jamón
·         Pescados: especialmente el azul como la sardina, la caballa o el atún
·         Otros alimentos: El queso (especialmente el curado, el tofu o el chocolate)
No obstante hay que controlar su ingestión en las cantidades y medidas adecuadas mezclándolos de forma saludable para evitar que la ingestión de triptófano produzca daños en otras áreas, por ejemplo; el chocolate produce triptófano pero también puede hacer subir demasiado los niveles de glucosa  en sangre (salvo que sea del 100% de cacao), por su parte una ingestión excesiva de carne puede hacer aumentar peligrosamente el nivel de grasas en nuestro cuerpo con los correspondientes riesgos cardiovascualres. En definitiva, comer de todo en las cantidades y proporciones adecuadas…vamos lo de siempre.
Procurar hacer, al menos, dos cosas al día que nos ilusionen: Procurarnos alegrías es un estimulante efectivísimo para la producción de serotonina así que hemos de obligarnos a darnos un par de ilusiones al día aunque sean pequeños actos cómo abrazar a un amigo, dar un paseo, leer un buen texto o comernos un helado de chocolate negro, …que además nos proporcionará triptófano ;-).
Hacer el amor: la práctica de sexo –en compañía o en solitario-  siempre que sea no compulsiva, eleva los niveles de serotonina antes, durante y después de la actividad. Si se hace de forma compulsiva entonces provoca ansiedad y ya tenemos los corticoides en lugar de la serotonina.
Respiración abdominal: Este tipo de respiración nos ayuda a serenarnos y la serenidad aumenta los niveles de serotonina en el cerebro.
Meditar:  La meditación es una fuente fantástica de estimulación de producción de serotonina. Mientras más experiencia se gana en la práctica de la meditación más uniforme se mantienen los niveles de serotonina.
Reir: Algo tan sencillo cómo reírse libera serotonina en el cerebro. No hace falta decir que cuanto más riamos, mejor.
Escuchar buena música: está más que demostrado que la buena música estimula la generación de serotonina
Ayudar a los demás: Demostrado, ayudar al prójimo es una excelente forma de liberar serotonina siempre y cuando prestar esa ayuda no se haga de forma forzada y no suponga un prejuicio mayor para nosotros mismos.
Existen medicamentos antidepresivos como los inhibidores selectivos de recaptación de serotonina que mediante un proceso de inhibición hacen que suban drásticamente los niveles de serotonina en el sistema nervioso central pero NUNCA deben tomarse si no han sido recetados directamente por un psiquiatra o médico especialista ya que de lo contrario se corre el riesgo de padecer un síndrome serotoninérgico de consecuencias muy pero que muy desagradables y perjudiciales para nuestro organismo.
Enfín, espero que esta información os sea de utilidad.

Creatividad y receptividad




Se habla mucho de la creatividad en los últimos tiempos, pero muy poco o nada de su complementaria, la receptividad. Se trata de un olvido grave si tenemos en cuenta que ambas cualidades son igual de importantes. En cualquier proceso de la actividad humana donde la creatividad es fundamental, como el arte, la ciencia, la ética o la cultura en general, la receptividad tiene un papel igual de esencial y en una proporción simétrica.
La razón es muy simple. La receptividad es la otra cara de la creatividad, es su complemento, su pieza de encaje concavo-convexo en un todo representado por el símbolo supremo de la obra acabada.
La creatividad es la fuerza Yang. Dentro de libro de las mutaciones representa la luz, la fuerza celestial, el principio masculino, la acción, lo que fecunda. La receptividad es la fuerza Yin. Dentro del libro de las mutaciones representa la oscuridad, la madre tierra, el principio femenino, lo que acoge en su seno a la simiente que da paso al fruto de la vida.
Habida cuenta de que, excepto la explosión primigenia, nada ha surgido de la nada ( e incluso esto último deberíamos considerarlo con reservas), hemos de aceptar el enunciado de que una idea, cualquiera que sea, parte siempre de otra idea o de otro conjunto de ideas previo.
Dentro del contexto de la creación artística (aunque esto mismo podría aplicarse a cualquier otro ámbito) este concepto se traduce en la teoría de que una obra de arte es el resultado de la transformación de toda una serie de entradas (inputs) que ha recibido el autor y que ha tamizado a través de los múltiples filtros de su percepción. Estos inputs pueden ser otras obras de arte anteriores, imágenes y sonidos del paisaje circundante, la conversación con otro sujeto u otros muchos elementos del entorno.
El proceso por el cual el creador se deja empapar por todas estas entradas y permite que fructifiquen hasta hallar la inspiración es lo que se conoce como el acto receptivo cuya sublimación dará paso al acto creativo. Pero observad el hecho de que uno es anterior al otro, no puede existir un acto creativo sin que exista una acto receptivo previo. El hecho de que este proceso pase inadvertidamente para muchos autores no quiere decir que no exista.
Lo cierto es que puede haber artistas que sean muy buenos receptores y que luego no sepan reflejar esta cualidad como buenos creadores, pero me atrevo a apostar a que un creador genial prácticamente siempre será también un receptor excelente. El porqué de esta creencia se basa en el hecho de que la fina sensibilidad que hace falta para ser un creativo por encima de la media es a la vez la mejor herramienta para afinar nuestra receptividad.
Entonces, ¿en que consiste la receptividad?, pues en la capacidad de saber ver, observar, reconocer, relacionar e intuir en un flujo continuo; en escuchar todos los elementos que nos hablan a nuestro alrededor, tanto desde dentro como desde fuera y dejar que nos fecunden. Sólo después de este proceso podrá darse la vuelta al calcetín y empezar el proceso creativo donde vomitaremos todos estos elementos transformados y re-ensamblados bajo el tamiz de nuestra intuición y la luz de nuestro ingenio.
Al igual que ocurre con la creatividad, la receptividad también puede entrenarse independientemente de las actitudes innatas que se posean. Se han escrito muchas páginas acerca de técnicas creativas, pero casi nada acerca de técnicas receptivas, sin embargo éstas existen. La principal herramienta es la observación, se trata de enfocar las cosas con el hemisferio izquierdo del cerebro intentando discernir todos los detalles acerca de lo que estamos viendo, escuchando o leyendo. Luego está el disfrute que consiste en poner el foco con el hemisferio derecho del cerebro y dejarse llevar por aquello que estamos percibiendo y que nos atrae, dejar que sean las cosas las que “nos observen a nosotros“. La combinación de ambas técnicas en diferentes proporciones produce la inspiración, es decir dejarse poseer y germinar, al igual que una simiente, por aquello observado.
Existen múltiples fuentes de inspiración pero me gustaría destacar tres que antes he citado y que durante siglos han ayudado a los artistas a desarrollar sus obras más excelsas.
La naturaleza: Millones de años de evolución y selección natural han provocado bellas formas que, por ser el ser humano parte de la naturaleza, le han inspirado a crear otras formas basadas en las originales.
Obras de otros artistas: Cualquier artista se convierte de forma automática en fuente de inspiración para otros artistas, por eso es muy recomendable empacharse con imágenes, textos, músicas y conceptos que sean de nuestro agrado.

Las conversaciones: Las relaciones con los demás ( y con uno mismo), el intercambio de ideas, palabras, sensaciones, son una fuente inagotable de inspiración pues del choque de vivencias producen chispas de ocurrencia.