jueves, 18 de septiembre de 2014

La fuente de energía vital



Aparte de la energía que mueve nuestro cuerpo basada en grasas, proteinas, hidratos de carbono y aminoacidos y que obtenemos principalmente a través de la alimentación, existe otro tipo de energía más sutil que es la que se encarga de hacer que nos sintamos bien con nosotros mismos y con el mundo. A falta de un término mejor, llamaré a esta energía "energía vital". Esta energía es la que nos empuja a amar la vida, la que nos motiva a realizar las actividades diarias con ilusión, la que mantiene nuestra mente serena, lejos de la ansiedad y en definitiva la que nos causa bienestar.

La representación de esta energía en el mundo físico serían las sinapsis que se producen en nuestro cerebro a través de los distintos neurotransmisores y que acaban formando unas ondas cerebrales que mantienen nuestro ánimo en un estado determinado de sosiego.

Cuando tenemos mucha energía vital nos sentimos alegres, satisfechos, vitales sin embargo cuando nuestra energía vital está en mínimos nos sentimos tristes, apáticos, irritables o alicaídos. Cuando la energía vital está realmente baja se pueden llegar a generar trastornos serios de ansiedad y depresión que en sus casos más severos pueden llegar a acelerar o provocar la muerte física.

El combustible de esta energía vital es la ilusión y la serenidad. Por otra parte la ansiedad y el stress son los depredadores más habituales de este tipo de energía. La percepción de lo que ocurre a nuestro alrededor puede provocarnos  ilusión, disfrute o por el contrario puede provocarnos ansiedad y stress con la consiguiente disminución en nuestro nivel de energía vital. Es por eso por lo que tras un largo día de trabajo agotador o tras una disputa o un conflicto con alguien nos sentimos tan escasos de energía. El descanso puede reponer parte de la energía vital pero si nuestros niveles son bastante bajos no será suficiente.

Generalmente cuando nos sentimos sin energía vital tendemos de forma inconsciente a buscar de forma desesperada una fuente de este preciado bien que nos reponga los niveles mínimos aceptables y lo hacemos con la misma intensidad con la que buscamos un trago de agua cuando estamos sedientos. Y es aquí donde empiezan los problemas ya que lo más habitual es acudir a la fuente de energía vital que tenemos más a mano que son las otras personas. Se produce entonces un proceso de vampirización que consiste en absorber la vitalidad del prójimo bajando sus niveles para aumentar los nuestros. En las formas más suaves de esta vampirización buscamos las caricias, las palabras de aliento o la compañía de seres queridos o afines y en su formas más duras este proceso toma la forma del acoso, la queja, la vicitmización o la agresividad contra otro. Ni que decir tiene que la vampirización de energía vital supone dejar a la otra persona más debilitada y en los casos donde la transferencia es intensa los resultados pueden ser devastadores para la persona vampirizada.

Seguro que muchos de nosotros hemos conocido al típico individuo cuya mera presencia causa desasosiego y que a la mínima interacción con él nos sentimos ansiosos, agotados e irritables. Este tipo de personas es lo que se conoce como "vampiros psíquicos". Suelen ser sujetos conflictivos o bien todo lo contrario, personas muy seductoras. El caso es que dichos individuos han desarrollado una especial habilidad para absorber la energía ajena mediante manipulaciones psicológicas de diversa índole que pueden ser más o menos refinadas dependiendo de si el "vampiro" como tal es alguien perverso o simplemente estúpido.

Por el contrario también nos habrá ocurrido que nos encontramos con individuos rebosantes de vitalidad y/o de serenidad cuyo contacto nos relaja, tranquiliza y alegra. Son las típicas personas que desprenden "buenas vibraciones". Normalmente sucede que estas personas tienen energía vital de sobras pues, de forma más o menos consciente, están conectadas con la fuente de energía original.

Y es aquí al punto donde quería llegar, pues si bien la mayoría de nosotros tendemos a "vampirizar" la energía vital de otros para mantener la nuestra, lo cierto es que es posible mantener e incluso aumentar nuestros niveles de vitalidad por nosotros mismos sin necesidad de nadie más. Lo único que necesitamos es acceder a la fuente de energía vital.

Esta fuente es la misma para todos, es la fuente original que "nos cargó la batería" en el momento mismo de nuestra concepción. Es inagotable y es accesible desde cualquier momento del presente. Se accede a ella desde nuestro interior. No es que cada uno tengamos en el interior una "pila de fusion" o algo así, es que nuestro interior es la puerta de acceso a esa otra dimensión incognoscible que nos conecta con esa fuente vital esencial. En realidad el acceso es directo, no hace falta ningún conector especial, lo que pasa es que conforme vamos creciendo desarrollamos filtros, barreras y emisores de ruido en nuestra mente que emboza totalmente el conducto de acceso hasta llegar a taponarlo completamente en la edad adulta.

La vía para acceder a ella de nuevo es la calma y el silencio. Las personas que están especialmente dotadas para ello (son una minoría) tienden a llegar a ese estado de forma natural. Para el resto la vía de re-conexión es algo más difícil pero con perseverancia y la correspondiente práctica, es posible volver a re-establecer dicho vínculo. La meditación y el dominio de la respiración son una buena técnica para acceder a ese estado. En la mayoría de los casos rodearse de un entorno natural o un espacio acogedor y silencioso ayuda bastante. Cuando consigues conectarte con esa fuente es maravilloso porque ya no necesitas absolutamente nada más para encontrarte bien contigo mismo. Puedes rodearte de personas pero para compartir la vida con ellas, sin apegos ni dependencias de ningún tipo.

En mi caso particular he podido acceder a esa zona algunas veces (pocas) y cuando lo consigues la sensación de gozo y éxtasis es indescriptible. Cuándo consigues conectarte con la fuente de energía esencial desaparece el stress, el tiempo parece pararse y te sentirías capaz de emprender cualquier empresa. Las personas que llevan años trabajando con su mente y entrenándola a fondo a través de diferentes técnicas llegan a despejar totalmente el vínculo con la fuente y están permanentemente conectados a la vida. Este tipo de personas suelen desprender una serenidad radiante que se contagia a los que tienen alrededor, pueden pasar largas horas realizando sus actividades sin acusar apenas cansancio psicológico y suelen ser inmunes a las malas pasadas del ego, no les afectan las críticas y rara vez son presas de la ira o la frustación.

Si quieres mejorar tu calidad de vida y llegar a sentir el gozo auténtico de estar vivo es buena idea que te plantees la posibilidad de empezar a entrenar tu mente para abrir tu conexión con esa fuente de energía primordial de la que todos procedemos.

Imagen: Creative Commons Jebeld17 https://www.flickr.com/photos/64718148@N06/