viernes, 29 de marzo de 2019

Acitud poética ante la vida




Dentro de la literatura hay dos lenguajes principales, el lenguaje narrativo y el lenguaje lírico-poético. En el lenguaje narrativo lo que importa sobretodo es la yuxtaposición lineal de acontecimientos que siguen generalmente una misma dirección que va del pasado hacia el presente. Obviamente en lenguaje narrativo también podemos encontrar descripciones, metáforas y  manipulaciones del orden temporal como flashbacks, saltos en el tiempo, suspensiones etc. Pero todos estos recursos casi siempre están subordinados al marco lineal de la narración primigenia en la que se hayan incluidos.

La otra aproximación, la poética, tiene a la evocación y a la descripción como bases fundamentales. Aunque pueden aparecer atributos que hagan referencia al tiempo por lo general el género lírico es básicamente atemporal. Se describen realidades, se formulan estados del alma o se expresan situaciones simbólicas pero el esquema planteamiento-nudo-desenlace le es ajeno en la mayoría de los casos. Incluso cuando se cuenta una historia lineal ésta se halla siempre subordinada a la evocación de un sentimiento o a la exaltación de algún otro atributo como la belleza.

Basta echar un rápido vistazo al mercado para comprobar que la narrativa goza de mucha más aceptación que la poesía. Las ventas de novelas superan con creces a las de poemarios y prácticamente el 100% de best sellers son obras narrativas. No en todas las épocas fue así y hay muchas teorías que pueden explicar este fenómeno con relativa sencillez, como aquella que afirma que la digestión intelectual de la prosa de una narración es más ligera que la estructura metafórica de unos versos que requiere algo más de atención, sensibilidad y afán por encontrar el arrobo dentro del lenguaje metafórico de la poesía. Sea como fuere el caso es que podemos establecer un curioso paralelismo con nuestras vidas.

La práctica totalidad de nosotros abordamos la vida desde un punto de vista narrativo. El propio término “biografía” es un género literario narrativo. En nuestra mente rememoramos una y otra vez la  historia  de nuestra vida. El presente es el punto al que nos ha llevado esa historia y el futuro son las páginas de ese libro que aún quedan por escribir hasta llegar a su irremediable final que será nuestra muerte. Esa linealidad que arranca en el pasado con nuestro nacimiento, prosigue en nuestro presente y se proyecta hacia nuestro futuro es la forma en la que abordamos la existencia y la forma en la que nos la contamos a nosotros mismos todos los días.

Sin embargo me pregunto que tal nos iría si nos acostumbráramos a abordar nuestra vida de una forma más poética, a realizar nuestros actos cotidianos como si fueran versos en lugar de párrafos de una historia lineal. No digo que tratemos de pasar todo el tiempo que estamos despiertos intentando dejarnos arrebatar por la belleza que nos rodea, pero sí procurar -al menos un poco cada día- que nuestra mirada al mundo tenga una actitud más lírica. Que tratemos de encontrar ese gran misterio que es la vida detrás de cada uno de los inmensos detalles que nos rodean, que disfrutemos de los momentos atendiendo a todo aquello que nos ofrecen y que dejemos en suspensión esa concepción lineal del tiempo que nos hace ver nuestras vidas como una sucesión de planes que han de cumplirse para emprender otros planes y así hasta el final de nuestros días. Hagamos el ejercicio de simplemente mirar a nuestro alrededor y tratar de ver el instante como un todo completo que contiene todo aquello que en ese preciso momento es importante para el “yo” que habita justo en ese rincón del espacio tiempo. Consideremos la existencia como un fluido que danza incesante pero que no tiene principio y fin definidos. Considerémonos a nosotros mismos como parte de una estrofa que ocupa ese cuerpo en ese momento pero que ocupó otros distintos en otras estrofas de nuestra vida y pensemos en nuestros yos futuros como versos de esa composición musical que es la existencia. Veámonos como un todo con aquel/lla que fuimos y seremos y no como una sucesión de personajes en una biografía.

Durante varias semanas, en diferentes momentos, he tratado de adoptar en mi propio día a día esta actitud poética deleitándome en ese momento con lo que la vida tenía a bien poner ante mí, sin hurgar en el pasado ni lanzar proyecciones de expectativas al futuro. “Vivir el presente” que repiten gurús y libros de espiritualidad de todo tipo y que al final no es más que la actitud poética ante la vida. Tengo que decir que nuestro condicionamiento y adaptación a una concepción de vida narrativa es tan fuerte, que esos momentos apenas duran unos minutos en el mejor de los casos (y ya está bien así, no tienen porque ser más extensos) luego inevitablemente volvemos a nuestros esquemas narrativos vitales de siempre. Sin embargo esos breves instantes en los que se adopta una actitud poética tienen evidentes cualidades terapéuticas. Puedo notar como se reduce la ansiedad y el stress y por un rato los problemas dejan de tener importancia. En los momentos con actitud poética de la vida dejas de preocuparte por lo que ocurrirá mañana, por lo que tales o cuales personas pensarán sobre ti, por lo que debes hacer cuando llegues a tal o cual sitio. Esos micro-momentos con actitud poética no solamente son sanadores de por sí sino que practicados con suficiente regularidad te ayudan a cultivar una actitud poética general ante la vida  que hace que, incluso cuando estás en tu modo narrativo normal, te proporcionen una cierta ligereza que te prepara mejor para los altibajos normales de nuestra vida.

Imagen: Roland Mey

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