viernes, 4 de enero de 2013

Las creencias y los donuts




Las creencias son a las personas lo que el bizcocho al donut. Puedes cambiar el sabor del bizcocho alrededor del agujero pero no puedes dejar al agujero sin bizcocho, si lo eliminas sencillamente te quedas sin donut, ..eso es así.
De la mismas personas podemos cambiar unas creencias por otras pero no es posible “no tener creencias”. Por lo tanto, la gracia consiste en escoger las creencias adecuadas, esto es; las que en ese momento pensemos que representan mejor un modelo objetivo del mundo y que al mismo tiempo nos permitan movernos por ese mundo con comodidad y eficacia.

Es importante estar lo más convencido posible de la veracidad de nuestras creencias ya que lo contrario causa inseguridad, pero  siempre deberíamos estar abiertos a modificarlas si descubrimos evidencias razonables de que éstas son falsas. Aunque esta afirmación pueda parecer tremendamente lógica lo cierto es que no siempre es fácil desprenderse de las propias creencias. Llegamos a cogerles mucho apego, en gran parte debido a que solemos construir nuestra propia identidad sobre ellas, de tal forma que renunciar a una creencia puede llegar a representar una traición hacia uno mismo, una renuncia hacia uno mismo. El caso es especialmente grave cuando se trata de creencias a las que hemos dedicado mucho tiempo y sufrimientos. Son creencias que hemos llegado a defender con vehemencia y que justifican, en muchos casos, nuestra razón de ser en este mundo. La mayoría de personas se niegan visceralmente a renunciar a ese tipo de creencias  aún cuando tengan delante de sus ojos evidencias aplastantes acerca de su falsedad. En esos casos es increíble ver hasta que punto puede llegar la magia de la auto-justificación y el auto-engaño que no tenemos pudor en utilizar con abuso antes de renunciar a nuestra vieja creencia que hemos llegado a querer como un hijo.
Muchas de esas creencias se convierten en adictivas, y aunque sean nocivas para nuestra salud mental y produzcan sufrimiento, nuestro ego se ha aferrado tanto a ellas que las necesitamos como el aire para respirar. Sólo así se explica la tendencia masoquista de muchas personas a regocijarse en su sufrimiento y permanecer en la infelicidad cuando sería técnicamente fácil librarse de ella con un simple cambio de creencias.

Las creencias no son buenas o malas de per se, sino en base a un marco de referencia. Ese marco de referencia son los valores sobre los cuales se sustentan. Se puede intentar universalizar un conjunto de valores lo máximo posible, pero pretender que unos valores representan la verdad absoluta me parece una falacia que nos llevaría en última instancia a chocar con los postulados de los teoremas de Gödel  . No obstante esto no quiere decir ni mucho menos que debamos caer en el relativismo. Pienso que uno debe apostar todo a sus creencias hasta que éstas demuestren ser inútiles por falsas, limitadoras o inconsistentes. Por otro lado las creencias tienen un fuerte componente subjetivo, así que puede darse el caso de creencias distintas, en incluso contradictorias, en dos individuos distintos que puedan ser verdaderas al mismo tiempo dentro del ámbito local de referencia de cada individuo, sobre todo cuando no se trata de proposiciones basadas en axiomas matemáticos, que suele ser el 99% de los casos. Por ejemplo, imaginemos el caso de Juana y Alicia, dos amigas que van juntas en un Auto. Alicia conduce/maneja por una autopista a 121 Km/h y le fastidia tener que ir tan lenta, Juana está sentada a su lado aterrorizada pues le parece que Alicia conduce/maneja excesivamente rápido ya que normalmente ella rara vez circula por autopista y no suele ir nunca a más de 90 porqué le asusta la sensación de velocidad. Alicia cree que va lenta, Juana cree que van rápido ¿Cuál de las dos tiene razón?,…pues las dos, cada una dentro de su marco de referencia. Sus creencias son dos donuts  de distinto sabor.
Este es un ejemplo muy simple pero seguros que podéis extrapolar ejemplos más elaborados de vuestra propia experiencia.

Eric y Julián van a hacer una entrevista de trabajo para un puesto muy importante una gran empresa de fama internacional. Los dos están muy nerviosos y tienen la  misma preparación profesional, pero Eric cree que es imposible que puedan contratar a alguien de sus características en ese tipo de firma mientras que Julián cree firmemente que ese puesto será suyo tras la entrevista. ¿Quién está en lo cierto?, pues los dos nuevamente, cada uno en su marco de referencia que modela la realidad objetiva.

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