domingo, 15 de octubre de 2017

Ejercicios de consciencia




Supongo que muchos de vosotros habéis acudido a funerales. En ese tipo de eventos la atmósfera emocional suele estar muy cargada. Es muy habitual que los asistentes reflexionen acerca de la fragilidad de la existencia y se replanteen sus prioridades. Durante unos instantes nuestras preocupaciones diarias nos parecen banales, analizamos lo que es realmente importante y nos prometemos a nosotros mismos que a partir de ese momento vamos a ser más conscientes del valor precioso de la vida.

Esa emoción puede durar unas horas, unos días a lo máximo, pero luego la vorágine del día a día nos acaba arrastrando de nuevo a nuestro estado de inconsciencia habitual. Volvemos a preocuparnos de naderías y a vivir como si no hubiéramos de morir nunca, quemando nuestras horas y nuestros esfuerzos en pensamientos mezquinos, ambiciones vanas y comportamientos irreflexivos.

Hace tiempo que intento salir de ese estado de sopor vital cada vez que me descubro a mi mismo dándole vueltas a cualquier tribulación insignificante de forma obsesiva. Dicho de otra manera, trato de conservar constantemente ese estado de atención vital que parece que únicamente descubrimos en situaciones límite como funerales, accidentes, catástrofes u otras situaciones donde la vida muestra su aspecto quebradizo.

Por supuesto no es fácil. Desarrollar estados de consciencia que nos recuerden lo valioso de la vida  a cada instante requiere de práctica, constancia y mucha perseverancia. Tras mucha prueba y error he desarrollado unos ejercicios que me sirven para mantenerme conectado con la vida y me permiten desarrollar la consciencia. Con el tiempo he descubierto que dichos ejercicios no sólo me ayudan a mantener una mejor salud mental sino que también sirven para explorar zonas desconocidas de mi consciencia que poco a poco se van ensanchando.

Cada persona es un mundo, un universo y por supuesto lo que funciona conmigo quizá no lo haga contigo, pero de todos modos te describo cuales son esos ejercicios por si a ti también pudieran servirte.

Se trata de tres ejercicios que están relacionados a su vez con los tres centros de todo individuo el mental, el emocional y el físico. Paso a describirlos.

Preguntas potentes

Este ejercicio trabaja directamente en el centro mental. Lo practico en los momentos "stand by", es decir cuando estás paseando, yendo hacia el trabajo, esperando al autobús, haciendo cola... osea, los momentos en los que el primer impulso es sacarte el celular y empezar a curiosear las redes sociales. Bueno, pues en lugar de eso exploro mi cabeza y me planteo lo que yo llamo "preguntas potentes". Son preguntas que pretenden mover los propios cimientos de mis creencias. No tienen porque tener una respuesta inmediata, de hecho son preguntas que tienen vocación de koan, que pretenden disparar  resortes. Por supuesto cada persona ha de explorar dentro de su psique cuales son estas preguntas, aquí os dejo un pequeño listado de alguna de las mías.

  1. ¿Qué cambiarías de tu vida si te dijeran que vas a vivir 300 años más?
  2. ¿Tienes miedo ahora mismo?, y si la respuesta es sí ¿de que tienes miedo?
  3. Si fueras a morir en unos minutos ¿que valoración harías de tu vida?
  4. ¿Y si todo lo que te rodea no fuera más que una simulación?
  5. ¿Cuáles han sido los sentimientos más miserables que has tenido hacia alguien?
  6. ¿Si volvieras a un punto de tu vida X años atrás? ¿qué cambiarías?
  7. ¿Qué hace realmente felices a las personas?
  8. ¿Hasta que punto te importa lo que piensan los demás de ti?
  9. Ante una enfermedad terminal o un accidente grave ¿cómo te adaptarías a la vida?
  10. ¿Qué sentido tiene la existencia?
  11. ¿Cómo te sentías cuándo te has levantado esta mañana? ¿Y a que crees que se debe que te sientas así?

Lógicamente para que el ejercicio tenga algo de sentido tienes que estar dispuesto/a a ser brutalmente sincero contigo mismo. Al fin y al cabo ¿nadie más escucha no? Pues os sorprenderéis lo difícil que es a veces confesarnos con nosotros mismos. A mí por lo menos es lo que me pasa.
Obviamente no todas las preguntas tienen la misma "carga" no esto mismo la pregunta 4 que la 9, Hay que saber elegir la pregunta adecuada según tu estado de ánimo y también hay que reconocer cuando uno/a sencillamente no se encuentra con ánimo de hacerse preguntas profundas. A veces puedes cambiar estas preguntas por reflexiones acerca de temas ontológicos o metafísicos. El caso es escapar de la trivialidad de los pensamientos obsesivos diarios.


Momentos de trance

Este ejercicio está directamente relacionado con la parte emocional. Se trata de ejercitar la consciencia y explorar sus estados más allá de su manifestación habitual cuando estamos despiertos.

El estado habitual de la consciencia cuando estamos despiertos es el correspondiente a las ondas Beta (entre 14-40 Hz) y es el que utilizamos para relacionarnos con la realidad cotidiana, la que nos permite desarrollar las tareas corrientes y desenvolvernos en nuestro día a día. Sin embargo es muy recomendable aprovechar esos intersticios de tiempo que tenemos durante la jornada (y si no los tenemos habría que provocarlos) para separarnos de ese estado habitual y provocar estados de "mini-trance". Esos estados que "mini-trance" consisten en dejar navegar la mente por lugares donde preferiblemente no haya presencia verbal de pensamientos. Son estados de contemplación que se acercan más a las ondas Alfa ( entre 8-13 Hz) y con la suficiente práctica nos permiten acceder a zonas inexploradas de nuestra consciencia en la que empezamos a tener nuevas percepciones de la realidad que en la mayoría de los casos contribuyen a nuestro bienestar emocional.

No estoy hablando de largas sesiones de meditación. Para provocar estos pequeños momentos de trance suelo utilizar la contemplación sobre elementos que me ayudan a abandonar el estado de consciencia habitual y acceder a estos otros. En mi caso lo consigo dando paseos por el bosque o por lugares tranquilos, observando una taza de te o café, fijándome en detalles arquitectónicos de la ciudad, contemplando un paisaje, escuchando la música que me gusta o contemplando el rostro de personas por la que siento estima o admiración. Pero estos son solamente mis métodos, cada uno debe encontrar los suyos, tenía un amigo, por ejemplo, que conseguía entrar en trance lavando los platos con agua caliente.

Estos momentos de trance son breves, su duración no suele exceder de unos cuantos segundos, minutos a lo sumo y su intensidad suele ser variable. En mi caso he notado que con la práctica la intensidad va creciendo levemente. En algunos casos la intensidad es tal que aunque el momento de trance dure un par de segundos tienes la percepción de haber estado en la eternidad, aunque esto no suele ser lo habitual, no importa, sea cual sea su nivel de intensidad es una sensación que se agradece. Es algo que se siente en la parte emocional del cerebro, en el corazón, no tiene mucho sentido intentar describir estas situaciones de trance con palabras, son emociones.

Ya te he dicho cuales son mis métodos para provocar estos momentos de trance. No se que método te funcionará a ti, lo que si se es que NO deberías hacer si quieres experimentarlos, no intentes provocarlos, no intentes forzarlos, no te digas a ti mismo "voy a entrar en trance", no funcionará. Simplemente empieza a observar tus emociones interiores sin ponerles palabras, escucha a tu cuerpo, busca tus espacios, intenta observar la vida sin ponerle palabras y los momentos de trance acabarán llegando por si solos.

Escucha a tu cuerpo

Este ejercicio apela a la relación con tu propio cuerpo. Resulta asombroso lo que hemos llegado a apartarnos de nuestro propio cuerpo, a ignorar o tergiversar todos los mensajes que nos envía constantemente. El ejercicio consiste en parar a percibir conscientemente las sensaciones de tu propio cuerpo, la tensión de los músculos, la posición de tu  miembros, el estado de las articulaciones, las sensaciones térmicas, el impulso del bombeo de la sangre.y, sobretodo, las sensaciones en tu estómago.

Solemos comer y beber más impulsados por la ansiedad y el apetito que por hambre. Una vez empiezas a auto observarte, a enfocar tu atención en las sensaciones que percibes en tu cuerpo cuando ingieres alimento te sorprendes de la cantidad de cosas a la que no les estabas prestando atención. Sólo os diré que he perdido peso solamente por parar de comer al notar el estomago dolorido, la cabeza pesada por exceso de glucosa u otras sensaciones similares. ¡Cuántas veces en el pasado había continuado comiendo cuando mi cuerpo estaba saciado simplemente por inercia, por dejar el plato vacío o por el ansia de estar haciendo algo sentado a la mesa! Hacemos daño a nuestro cuerpo y nos hacemos daño a nosotros mismos cuando no somos uno con él. De la misma manera re-conectarte con tu respiración, con la temperatura de tu cuerpo, con la presión de tu sangre también refuerza la sensación de estar vivo y te ayuda mantenerte presente. Te sorprende también descubrir como el sentimiento de confusión, pesadez y ofuscación que sentimos a veces es ocasionado por esa perdida de consciencia con el estado del propio cuerpo.

De forma casi inconsciente empiezas a alimentarte de forma más sana, a moverte más a respirar mejor. No hay que hacer nada especial simplemente escuchar tu cuerpo y dejarte aconsejar por él.

En última instancia prestar atención a las sensaciones de tu cuerpo también ayuda a clarificar tu mente y te pone en mejor disposición para que los momentos de trance de los que hablábamos antes lleguen con más frecuencia.


En resumen, aunque también práctico muchas otras actividades, estos tres ejercicios básicos son los que me ayudan a mantener mi consciencia viva y a recordar constantemente el valor fundamental de la vida y su disfrute.

Anexo

Tengo algunos amigos que entienden del tema que me dicen que lo que describo en el artículo son algunas de las bases del Mindfulness que, en mi opinión no es más que una adaptación a la cultura moderna occidental de técnicas y prácticas místicas milenarias, . Enfín, tal vez sea así, pero os aseguro que yo he llegado a estas conclusiones de forma espontánea y basada en mi propia experiencia personal.



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