Los libros de auto ayuda han tenido mucho éxito las últimas décadas pero también han tenido muchos detractores que los consideran libros para ignorantes. Entre las críticas se dice que juegan con las esperanzas del lector, son inútiles, trasnochados y hasta peligrosos… y que por supuesto no sirven para nada. Sencillamente son muchos los intelectuales que abominan de la auto-ayuda. Hasta tal punto llega esta aversión que se da el caso de autores que crean libros de auto-ayuda, disfrazados de cualquier otra cosa, y se apresuran a decir en el prólogo “no se trata de un libro de auto ayuda” ¿y qué si lo es?.
Mi opinión es que la auto-ayuda no deja de ser un género literario más y despachar dicho género cómo basura de un plumazo tiene tan poco sentido como lo tendría considerar despreciable todas las novelas que se han escrito por el mero hecho de ser novelas.
En autoayuda, como en cualquier género literario, hay obras malas, regulares, buenas y mejores y es el lector el que debería ejercer su criterio a la hora de seleccionar que títulos le interesan.
Ante la acusación de “no sirven para nada, no ayudan”, hay que argumentar que efectivamente pueden no haber ayudado al autor de dichas afirmaciones, pero eso no quiere decir que no puedan ayudar a otras personas. En la auto-ayuda, cómo en la literatura en general, hay un gran nivel de subjetividad y por lo tanto se puede dar el caso de individuos que puedan haber obtenido gran ayuda de su lectura al mismo tiempo que también existan personas a las que no les haya servido para nada e incluso les haya perjudicado.
En este caso como en todos, lo mejor es probar por uno mismo y decidir, también por uno mismo, que es lo que nos gusta y/o nos conviene leer.
Personalmente no tengo reparos en reconocer que soy aficionado a la lectura de libros de auto-ayuda, entre otros muchos géneros literarios, y me he encontrado con basura pero también con auténticas joyas…y por supuesto siempre desde un juicio, en gran parte, subjetivo.
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